Tus amigos imaginarios no son mis amigos

Compartir

“Dios no reside en un cielo de nubes,
simplemente habita en mentes nubladas”.
Carl Sagan

De la serie fotográfica “Los intocables”, de Erik Ravelo

“Yo me cago en Dios y me sobra mierda para cagarme en el dogma de la santidad y virginidad de la Virgen María”. El mensaje del actor español Willy Toledo en su página de Facebook, apoyando y defendiendo a un grupo de mujeres que en 2014 salió en procesión con una vagina gigante por las calles de Sevilla, fueron el pretexto para que un grupo de abogados cristianos pidiera que el actor fuese multado y castigado. El actor no se presentó a declarar, por lo que esta historia aún no termina, pero no deja de ser preocupante el avance de esta nueva represión que, irónicamente, ha avanzado a grandes pasos gracias a la tribuna de las redes sociales y a que algunos confunden libertad de expresión con la libertar de decir cuanta necedad se les ocurre. La gente no toma en serio lo que oye, pero lo que se escribe, genera una veneración desbordada. ¡Si leyeran lo que yo escribo de todos los dioses que hemos inventado a lo largo de nuestro paso por este planeta, ya estaría en la lista de los más buscados!

Los años que estudié en un colegio católico me vacunaron contra todo lo religioso, pero para lo que nada me tenía preparado era para la proliferación del pensamiento mágico que parece dominar al mundo. Un buen día, mis padres o se cansaron de la religión católica o se dejaron engatusar por alguien que los convenció de asistir a un “templo mariano”. Obvio, a mí no me preguntaron si quería ir, me llevaban sí o sí. Supuestamente, en ese lugar se curaba todo a través de la imposición de manos (práctica medieval en que la gente creía que los reyes por ser de naturaleza divina, tenían poderes curativos) y de un agüita llamada “bálsamo”, que durante varios años me embarraron antes de salir a la calle, antes de dormir… ¡antes de ir al baño!

Conforme pasaban los años, mis padres se iban convenciendo de lo que sus “hermanos del templo” les decían: que tenían una misión en la vida; a mí no me dejaban cruzar los brazos durante las sesiones porque “alteraba las energías”. Por supuesto que yo no podía creer en nada de eso, si no me creía la historia de que Cristo se hacía presente en una hostia y luego nos lo comíamos, menos en que una enfermedad se podía curar con un agua que vaya usted a saber de dónde procedía. Finalmente me rebelé y dejé de asistir al dichoso templo; después mis padres dejaron de asistir, pero la verdad nunca les pregunté la razón. Deduzco que algo malo ocurrió porque mi madre evita el tema a toda costa. Dejo en libertad al lector para imaginar lo que quiera.

“The Master”, de P.T. Anderson

¿Cómo es posible que la gente caiga tan fácilmente en esto del pensamiento mágico? Más allá de lanzar teorías acerca del miedo y frustración que provocan el reconocer que después de la muerte, no hay nada, o que en nuestros genes parece existir un deseo irrefrenable de trascender, lo realmente inquietante es que se busque hacerlo a través de algo tan peligroso, porque somos fácilmente manipulables. Saltar de una religión oficial a un culto novedoso y llamativo está de moda entre quienes rechazan los preceptos arcaicos de religiones intolerantes, pero se van de frente ante un paganismo que tampoco está exento de manipuladores y estafadores. Líderes de sectas que toman el control de la mente y del cuerpo de sus seguidores, como lo hacen tantos sacerdotes desde su falsa superioridad como autodenominados emisarios de dios, o gente que ahora ofrece sus servicios de “coach de vida”, asegurando que tienen el poder de cambiar la vida de quienes crean y paguen por sus cursos. ¡Si hasta Gaby Vargas da cursos acerca de campos electromagnéticos del corazón! Eso sí, la señora se preparó y pagó una capacitación sobre el tema, no vayan a pensar que se lo inventó. Pero como ella, hay miles de personas esquilmando a la gente con el engaño del pensamiento mágico. Prometer no empobrece, al contrario, deja mucho dinero.

Reiki, meditación, acupuntura, homeopatía, terapia con ángeles, flores de Bach, abrazar árboles, constelaciones, brujería tradicional, runas… Parece que cada día surge una nueva técnica que promete quitar todos los males, pese a que ninguna ha demostrado su eficacia de manera comprobable. Si existe una regulación para aclarar que los productos milagro no son un medicamento, ¿por qué no existe una para las dizque sanaciones espirituales, que también son fraudulentas? Lo único cierto y efectivo es que la gente está siendo timada. Y aquí es donde la gente protesta y dice que tiene derecho a creer en lo que quiera. Y es aquí cuando yo les digo que tienen razón, pero lo que no pueden negar es el grave peligro que el pensamiento mágico provoca, desde enfermedades que empeoran al no atenderse adecuadamente, hasta los brutales asesinatos de niños en rituales espiritistas.

¿Que no es peligroso? ¿Neta?

El artículo 24 de la constitución mexicana nos da la libertad de ejercer el culto o religión que más nos acomode, siempre y cuando no se cometa un delito. El vacío legal que hay en nuestras leyes, permite que cualquier persona estafe a otra, asegurándole que puede curarle una enfermedad o solucionarle sus problemas de todo tipo, sin mayor conflicto. Frustrante, sí, mucho. No tienen idea de la cantidad de engaños y estafas de las que han sido víctimas personas a las que conozco. Lo más fácil y sencillo sería dejar que la gente entregue su confianza, sus esperanzas y su dinero a estos charlatanes, pero cuando esa persona es un familiar o un ser querido, las cosas cambian y resulta imposible mantenerse al margen. Me di a la tarea de buscar algún tipo de instancia o de grupo que ayude a gente que ha sido víctima de este tipo de estafas y no hallé nada. Da la impresión de que los delitos no se asocian a la causa, tal vez por eso resultó toda una noticia el castigo ejemplar de sesenta y tres años de prisión al sacerdote Carlos López Valdez por haber violado sistemáticamente a un menor de edad. ¿Por qué meto el caso de un sacerdote violador en este asunto? Porque el cura convencía a los niños de que, dejándose abusar, estaban ayudándolo a él en su tarea espiritual.

Somos propensos a creer en fuerzas superiores que le den sentido a nuestra existencia, y eso es natural y comprensible. Conste que estoy haciendo esa concesión y no voy a anteponer ni la ignorancia ni la pobreza como pretextos porque sería caer en lo simple y en lo falso: gente muy “preparada” y con dinero caen redonditos en el pensamiento mágico, así que mejor enfoquemos nuestras baterías en incidir en una regulación jurídica más directa, en una mayor atención por parte de nuestras autoridades para que se regulen o de plano se frene a los grupos que estafan a la gente, y esto incluye a los que prometen sueldos que no tiene ni Obama, pero que terminan encajándote un kit de perfumes que tú debes pagar, como parte de tu “coaching”. Fomentar la ciencia, la autoestima y el pensamiento crítico y científico puede ser la herramienta que nos ayudará a salvarnos de todo lo esotérico, de lo místico. Entender que nuestro paso por la vida es efímero también es una buena manera de aceptar nuestra mortalidad, porque no importa cuántos esfuerzos hagamos por alargar nuestra vida, no importa si hacemos ejercicio o comemos sana, orgánica y frugalmente, no importa que nos encomendemos a algún amigo imaginario, amuleto o talismán: nadie, ninguno, estamos exentos de enfermar, de que las cosas no nos salgan bien, de tener problemas… tampoco de morir.

¿Creen que no le tengo miedo a la muerte? Pues no, lo que me da miedo es una larga o dolorosa agonía. Lo que haya después de aquí, me tiene sin cuidado; estoy convencido de que no hay nada, sólo un sueño eterno. Y eso está bien y es bonito.

Autor