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jueves 07 noviembre 2024

Una década sin Pierre Bourdieu

por Sergio Octavio Contreras

El pasado 23 de enero se cumplió una década de la muerte de Pierre Bourdieu, uno de los sociólogos más importantes del siglo XX. La gran riqueza de su pensamiento alcanzó influencia en las ciencias sociales, la política, la antropología y otras disciplinas. Su teoría lo mismo abarcó las estructuras económicas, educativas, filosóficas, culturales, artísticas, éticas y hasta mediáticas.

Bourdieu no sólo destacó en la academia y tuvo una gran presencia en el mundo de las ideas, sino también en la participación social, la denuncia contra sistemas de poder y la construcción de teorías sociológicas que intentaban “revelar lo oculto” de las actividades cotidianas. Sus críticas hacia modelos democráticos establecidos, grupos de poder político y mecanismos de dominación inconscientes, lo llevaron a ser considerado por sus detractores como un sociólogo insidioso.

Autor de más de 30 libros, construyó diversos conceptos relacionados a temas sociales a partir de investigaciones empíricas y observaciones, utilizando por un lado herramientas hermenéuticas sobre lo simbólico y por otro análisis de estructuras de la realidad. A diferencia de pensadores clásicos como Émile Durkheim o Carlos Marx, las hipótesis de Bourdieu buscaron comprender los espacios culturales.

Bourdieu nació en la ciudad de Danguin, Francia, en 1930. Entre 1941 y 1947 estudio en el Liceo de Pau y a partir de 1951 en la Escuela Normal Superior de Francia. Alcanzó al título de filósofo de La Sorbona en 1954 su tesis Structures temporelles de la vie affective. A los 25 años comenzó su carrera como profesor en el Instituto de Moulins, en el College de France y tiempo más tarde fue director de la L’École Pratique de Hauts.

Ocupó cargos directivos al frente del Centro de Sociología Europea y de la Escuela Superior de Ciencias Sociales desde 1985, hasta su muerte. Dirigió una revista de investigación, encabezó marchas y fue un activista de causas sociales que lo mismo daba declaraciones a periódicos que aparecía conversando con jóvenes inconformes. Su pensamiento es considerado “polivalente”: actualmente es uno de los teóricos con mayor influencia en las ciencias sociales.1

Según Bourdieu en la sociedad existen dos formas de acción, la primera consiste en la apropiación subjetiva de las cosas por parte de los individuos por sus apreciaciones personales (estructura mental), lo que llamó “habitus” y por otro lado la distribución del “capital” que hace legitimo el funcionamiento de lo que consideró “campos” (estructura social), delimitados a su vez por sus funciones e identidades simbólicas.

Para Bourdieu la sociedad es moldeada por los individuos, y estos a su vez responden a estructuras discursivas disponibles, por lo tanto la diferenciación social no sólo es a partir de los estratos económicos, sino también de otros capitales que la sociología debe investigar, como es el capital cultural (llamado también educativo), el capital social (incluye las relaciones y pertenencia de grupos) o el capital simbólico (aquel que da prestigio al sujeto dentro de un campo).

Entre las principales obras de Bourdieu publicadas en español se encuentran El oficio del sociólogo (1976 Capital, cultura, escuela y espacio social (1977 La reproducción (1981 Sociedad y Cultura (1984 La Distinción y Cosas dichas (1988 El sentido práctico (1991 Respuestas: por una antropología reflexiva (1995 Las reglas del arte: génesis y estructura del campo literario (1996 Sobre la televisión (1997 Intelectuales, política y poder (1999 La dominación masculina, y Contrafuegos: reflexiones para servir a la resistencia contra la invasión neoliberal (2000 El oficio de sociólogo (2001) y Contrafuegos 2: por un movimiento social europeo (2001). Su bibliografía completa pude consultarse en el sitio: http://hyperbourdieu.jku.at/start1.htm.

Para algunos académicos y seguidores de Bourdieu, el libro más importante del sociólogo francés es sin duda “La distinción: criterios y bases sociológicas del gusto” 2, obra en la cual contradice la hipótesis de Jacques Derrida sobre las preferencias individuales al ir más allá de la filosofía y establecer que existen otros mecanismos en las personas que determinan desde la construcción del “yo” hasta las formas de consumo, como es la posición y el reconocimiento social.

En “La distinción: criterios y bases sociológicas del gusto”, Bourdieu realiza una exploración exhaustiva a partir de datos empíricos para demostrar una matriz de lugares comunes, una serie de esquemas que operan bajo directrices conscientes o inconscientes, racionales o morales. Analiza el concepto de gusto como una “suprema manifestación del discernimiento” donde entran en juego las relaciones que establece el individuo a partir de su propia conformación (las prácticas culturales relacionadas con la educación y su origen social).

Dentro del consumo “la mayor parte de los productos sólo reciben su valor social en el uso social”, pero dentro del gusto operan esquemas de percepción, apreciación y aplicación general, construidas por el individuo a partir de los lazos familiares y la herencia escolar. Por lo tanto las preferencias humanas, como sería el gusto por un determinado arte o tipo de música, estarán detonadas en parte por las experiencias que permite al observador percibirlas, memorizarlas y clasificarlas.

Incluso la mirada humana está condicionada a factores históricos y por lo tanto pierde su independencia como aparato biológico: “Esto es propio del modo de percepción artística ahora aceptada como legítima, es decir, la disposición estética, la capacidad para considerar por y para ellos mismos, forma antes que como función, no sólo los trabajos designados para tal aprehensión, esto es, trabajos legítimos de arte, pero todo en el mundo, incluyendo objetos culturales los cuales no son aun consagrados -tal como, en un momento, artes primitivas, o, actualmente, fotografía popular o Kitsch- y objetos naturales. La mirada ‘pura’ es una invención histórica enlazada a la emergencia de un campo autónomo de producción artística, esto es, un campo capaz de imponer sus propias normas sobre ambos: la producción y el consumo de sus trabajos”.

Bourdieu concluye que el gusto tiende a crear sistemas de reconocimiento mediante los cuales el propio gusto identifica pares o aspectos complementarios, tiende a crear “parejas”, a “armonizar” los habitus. Este reconocimiento según sus concepciones, es el principio de la afinidad cultural donde las operaciones se alentarán si existe simpatía o serán contradictorias si no hay elementos simétricos.

Cabe destacar otra célebre obra, “La miseria del mundo” (1993), que se convirtió en un éxito de ventas en Europa. En ésta Bourdieu retoma teorías del marxismo a partir de El Capital y las complementa con los análisis sociales de Michel Foucault para trazar una interpretación del mundo capitalista a partir del neoliberalismo económico. En la recolección de datos participaron estudiantes del propio Bourdieu, quienes se acercaron en una forma empírica al pensamiento del individuo para intentar comparar el nivel micro con los mecanismos del nivel macro. El sociólogo explica la crisis del planeta, el uso tecnológico a partir del mercado, la globalización cultural y la decadencia en que viven millones de seres humanos excluidos de la “modernidad”.

Pensamiento insidioso

Hoy en día los paradigmas de Bourdieu al ser tan amplios en herramientas de análisis, teorías y objetos de estudio, es difícil ubicarlos dentro de una corriente específica, aunque algunos sociólogos lo definen como un “constructivista estructuralista” y otros más lo ligan también a la hermenéutica contemporánea. Tal clasificación lo colocaría cerca de investigadores como Peter Berger, Thomas Luckman o Anthony Giddens.

Si bien la intelectualidad de Bourdieu alcanza gran cantidad de aspectos de la producción humana, destacan algunos puntos que permanecen vigentes dentro de las teorías sociales y permiten a los investigadores contemporáneos contar con líneas prexistentes para la construcción de nuevos pensamientos: habitus, campo y capital cultural. La herencia bourdiana sobre el mundo actual debe ser retomada para plantear alcances y límites teóricos que demandan las Nuevas Tecnologías de la Información y el Conocimiento (TIC).

a) Habitus

En 1972, Bourdieu publica La Reproducción3, una de sus primeras obras donde aborda el tema del habitus. El sociólogo considera que el sistema educativo, tiene una función casi determinista en el futuro de las personas al ser el principal referente en la transmisión y reproducción de los sistemas culturales. Además de la escuela, Bourdieu analiza otros “agentes” pedagógicos que moldean las actitudes de los seres sociales, como son los espacios institucionales, las familias o las autoridades morales. En la incorporación del material existente al habitus, el individuo puede llegar a modificar los contenidos y su determinismo mediante la reflexión.

Es en el campo pedagógico donde la educación funciona como continuidad histórica: proceso a través del cual se realiza en el tiempo la reproducción de la arbitrariedad cultural mediante la producción del habitus, que produce prácticas conformes a la arbitrariedad cultural (o sea, transmitiendo la formación como información capaz de “informar” duraderamente a los receptores). Es el equivalente, en el ámbito de la cultura, a la transmisión del capital genético en el ámbito de la biología.

En palabras de Nestor García Canclini, el habitus de Bourdieu representa un “proceso” por el cual lo social se interioriza en los individuos y logra que las estructuras objetivas concuerden con las subjetivas.4 Bajo este argumento el habitus representaría un sistema de disposiciones que fundamentan conductas regulares y a la vez regulan las mismas conductas que se manifiestan en la praxis de la cotidianeidad.5

Según Bourdieu, el habitus opera dentro de cada individuo (en forma endógena y a partir de factores exógenos) para sistematizar sus prácticas sociales, tanto personales como grupales Habitus puede ser definido como un “sistema de disposiciones durables y transponibles, estructuras predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes”.6

Es posible explicar el habitus como en el ethos weberiano pero que parte de un conocimiento o idea que está incorporada a las estructuras, lo que en sicología Erich Fromm llamó el “inconsciente social”7: los comportamientos humanos si bien pueden ser propios del sujeto en gran medida son respuestas automáticas a los distintos mecanismos de influencia social que existen en un ambiente determinado.

b) Campo

Una segunda idea esencial en el pensamiento de Bourdieu es el concepto de “campo”, definido a partir de un espacio social donde existen relaciones entre individuos y grupos, las cuales están determinadas a partir de la posesión o producción de capital. La ubicación de los agentes dentro del campo siempre estará determinada por jerarquías. Estas relaciones están sujetas a mecanismos de poder y dominación, como ocurre en el arte, los medios de comunicación o la política, en este último, son claros los enfrentamientos entre los actores para mantener el poder.

Así pues el campo contiene sus propios significados que lo identifican y difieren del resto de los campos, como sería el campo artístico (1971), el espacio de clases (1978), los estilos de vida (1984), el campo cultural (1980), el campo religioso (1987), el campo científico (1990) o el campo jurídico (1981).8

En “Una invitación a la sociología reflexiva” se encuentra una explicación sobre el campo y sus mecanismos de operación social según el pensamiento bourdiano: “El campo del poder es un campo de fuerzas definido por la estructura del balance de fuerzas existente entre formas de poder, o entre diferentes especies de capital. Es también un campo de luchas por el poder entre los detentores de diferentes formas de poder”.

Bourdieu somete al campo a un espacio de “competencia” donde participan los agentes sociales y las instituciones quienes a través de determinado capital (por ejemplo el económico) intentan ocupar espacios de dominación dentro de sus respectivos campos (como en la iniciativa privada o en las instituciones públicas). En la competencia inconsciente las acciones de los individuos se convierten en meras ilusiones (illusio), es decir, se compite sin conocer el fin y las reglas del juego9. Para preservar el dominio existe una lucha de imposición entre los agentes del campo a través de la legitimación de sus propias formas de dominación. Esta lucha puede pasar del sistema de ideas a los hechos concretos, como ocurre en los conflictos armados.

c) Capital

En la teoría de Bourdieu dentro de cada campo existen competidores que utilizan sus recursos disponibles (capital) para mantener el equilibro o ejercer la dominación. El capital según la concepción bourdiana no sólo se limita a las luchas de clase ni al poder económico de la filosofía clásica marxista, va más allá de las relaciones de los medios de producción y el dinero. El capital se instala en diversos campos y funciona en forma oculta.

Bourdieu establece a partir del capital marxista y de las formas de poder weberianas nuevas categorías que operan en los campos mediante los recursos o la combinación de los mismos10. Identifica cuatro tipos de capital: económico, cultural, social y simbólico. El económico se refiere al poder del dinero, el cultural está vinculado a los recursos de carácter distintivo como los títulos universitarios y el social lo vincula a la capacidad de establecer relaciones sociales a partir de la pertenencia a determinados grupos sociales.

Por lo que se refiere al capital simbólico, se trata de un concepto que introduce Bourdieu dentro de las formas de capital y lo define como “el capital económico o cultural en cuanto conocido y reconocido”.11 El capital simbólico se instala en el pensamiento a partir de la construcción ideal, como es el prestigio, la reputación, el carisma, honorabilidad o el “don” que puede tener una persona. En este sentido, los medios de comunicación pueden proporcionar a los individuos determinado capital simbólico en tanto las propiedades personales son parte de las Industrias Culturales. Pero también el capital simbólico puede ser destruido por el poder mediático.

En el dominio y la jerarquización dentro del campo el capital es puesto en juego como forma de equilibrio: el habitus representa las competencias adquiridas por los agentes y junto con la illusio conforman la base práctica del propio campo que se construye no a partir de la reflexión o el racionalismo kantiano, sino de acciones históricas que operan bajo la lógica de la adecuación para el funcionamiento.12

Los medios de comunicación

Durante el último periodo de producción intelectual del sociólogo francés, tal vez uno de los campos que cobró mayor atención fue el de los medios de comunicación. La puesta en duda de la legitimidad mediática e incluso de la inexistencia de la opinión pública fueron temas controvertidos que Bourdieu puso sobre la mesa de discusión. Por sus concepciones sobre los medios a partir de sus mecanismos de dominación, poder y capital simbólico, fue criticado por algunos presentadores de televisión, periodistas e intelectuales.

En la célebre entrevista realizada por Pepe Ribas al sociólogo en 1999, se revela parte de sus ideas sobre el campo de la comunicación global de finales del siglo XX: “Pienso que en muchos campos, en literatura y otros, lo que ahora contemplamos es la revancha del dinero contra el arte. La autonomía, la independencia que los universos artísticos habían conquistado gracias a combates terribles, incluso con personas que murieron para que un libro invendible fuera publicable, para que no hubiera ninguna correlación entre el éxito comercial de un libro y su valor artístico, todo esto está amenazado; lo que hoy impera son los valores comerciales”.13

En su obra Sobre la Televisión (Sur la televisión, suivi de L’emprise du journalisme) publicada en 1996, Bourdieu esgrime una serie de argumentos que pretenden revelar el lado oculto de las empresas mediáticas y las intenciones que pueden existir en la producción de los mensajes que consumen los receptores. Bajo la lógica del dinero, la televisión es una empresa que lucra con los acontecimientos sociales sin límites y sin frenos. Por tal motivo esta industria “pone en muy serio peligro las diferentes esferas de la producción cultural: arte, literatura, ciencia, filosofía, derecho…”.14

En Sobre la Televisión, destacan puntos de análisis que hoy en día permanecen vigentes en el simbolismo la industria mediática comercial, como son:

El poder del rating: el “dios oculto” de la empresa es el índice de audiencia, pues esta representa dinero a través de los anunciantes.

Censura invisible: la industria impone las condiciones de comunicación a partir del tiempo, la política interna y la coerción económica (publicidad). Oculta mostrando: los periodistas dedican grandes espacios a la difusión de hechos extraordinarios (como catástrofes naturales, asesinatos, accidentes, etcétera) e imponen determinadas visiones del mundo dejando de lado problemas sociales importantes como la pobreza, el desempleo o el alza en los precios de la canasta básica. Despolitización: la televisión tiende a banalizar y homogenizar los contenidos, dramatiza los acontecimientos, los vuelve sensacionalistas y despolitiza los hechos para confirmar cosas sabidas y dejar intactas las estructuras mentales.

Narcisismo: la pantalla se ha convertido en fuente de vanidad más que un espacio de discusión racional, quienes aparecen lo hacen para “dejarse ver y ser vistos”, no para hace razonar a los espectadores.

Las interpretaciones de Bourdieu sobre los medios parten de la perspectiva y punto de vista de los creadores de contenidos. La objetividad científica y la verdad se ven confrontados por el papel que juegan los periodistas por competir por la primicia en lugar de informar a las audiencias. Para Bourdieu los medios detentan un poder simbólico que seduce a los políticos y a los intelectuales, quienes terminan subordinando sus investigaciones y hallazgos a sus habilidades comunicativas. En los medios tradicionales opera la lógica del dinero y la visión uniforme del mundo: hay carencia de puntos de vista alternativos y una alta alienación de contenidos, en su mayoría basura. El poder por el dinero lleva a los dueños de las empresas mediáticas tradicionales a someterse a las fuerzas del mercado donde se dispone qué información es noticia y no. Esta determinación es el más claro ejemplo de la autocensura y del sometimiento del medio comercial a intereses mercantiles, políticos y extra-periodísticos.

Las consideraciones de Bourdieu sobre el funcionamiento de los medios más que dar respuestas dentro de los campos específicos de la producción, requiere su comprobación a través de más estudios empíricos.15 Retomar la riqueza del pensamiento bourdiano para explicar el mundo contemporáneo de la comunicación es sin duda un reto que implica integrar elementos que han diversificado las audiencias (a partir de nuevas posibilidades tecnológicas) pero a su vez se ha monopolizado más el poder simbólico.

Los medios mantienen en funcionamiento las observaciones de Bourdieu, como el capital simbólico y su lógica empresarial. En las últimas décadas la filosofía neoliberal y la globalización cultural reforzaron los valores mediáticos del comercio y el consumismo. Pero a nivel micro, la sociología bourdiana puede generar otros paradigmas para comprender a partir de la apropiación y distribución de recursos las innovadoras formas comunicativas de la Sociedad de la Información y el Conocimiento. A una década de su partida, el pensamiento de Pierre Bourdieu plantea nuevos retos para la comprensión del mundo contemporáneo y sus identidades digitales.

Notas

1 Quemain, Miguel Ángel (2009). Pierre Bourdieu, el intelectual polivalente. Conaculta, México.

2 Bourdieu, Pierre (1988). La distinción. Criterios y bases sociales del gusto. Editorial Taurus, España.

3 Bourdieu, Pierre y Passeron, Jean-Claude (1993). La reproducción: elementos para una teoría del sistema de enseñanza. Editorial Fontamara, México.

4 Bourdieu, Pierre (1990). Sociología y Cultura. Editorial Grijalbo, México.

5 Bourdieu, Pierre (1987). Habitus, code, codification. Actes de la recherche en sciences sociales, núm.64

6 Bourdieu, Pierre (1993). El sentido práctico. Editorial Taurus, Madrid.

7 Fromm, Erich (2003). El inconsciente social. Editorial Paidós. Buenos Aires.

8 Bourdieu, Pierre y Loïc, Wacquant (2005). Una invitación a la sociología reflexiva. Siglo XXI Editores, Buenos Aires.

9 Bonnewitz, Patrice (2003). La sociología de Pierre Bourdieu. Ediciones Nueva Visión, Argentina.

10 Bourdieu, Pierre (1980). Le capital social. Actes de la recherce en sciences sociales, núm. 31.

11 Bourdieu, Pierre (2000). Las cosas dichas. Editorial Gedisa, España.

12 Bourdieu, Pierre (1999). Meditaciones pascalianas. Editorial Anagrama, Barcelona.

13 La entrevista completa que hizo Pepe Ribas a Pierre Bourdieu puede consultarse en el sitio: http://ddooss.org/articulos/entrevistas/Pierre_Bourdieu.htm

14 Bourdieu, Pierre (2000). Sobre la televisión. Editorial Anagrama, Barcelona.

15 Couldry, N. (2003). Media, symbolic power and the limits or Bourdieue’s field theory. Editorial Matter, London.

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