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Martha Bárcena, exembajadora en Estados Unidos, es generosa con el gobierno al que perteneció, cuando dice que el Servicio Exterior Mexicano se está “chavizando”. En verdad, es todo el gobierno el que se está chavizando. Pero, desde antes de asumir el poder.

Porque, dos meses antes de tomar posesión, canceló el aeropuerto de Texcoco, que construían empresarios mexicanos, para que los militares construyeran otro en San Lucia, y se queden con las ganancias durante el próximo medio siglo.

Hugo Chávez hizo lo mismo con Petróleos de Venezuela: despidió de tajo a 17 mil 871 altos profesionales que no simpatizaban con su gobierno unipersonal, y los sustituyó con personas recogidas en la calle, sin experiencia alguna, pero mantenidos por su régimen.

Tras despedir a la mitad de Petróleos de Venezuela, el dictador venezolano pudo llegar más lejos: se la entregó al gobierno cubano, el mismo para el que el presidente mexicano pidió hacerle un monumento mundial, porque es un ejemplo a seguir.

La Habana tiene un mapa detallado de la industria petrolera en Venezuela: dónde están cada pozo y cada depósito, los procesos de exploración y producción, compras, despachos, logística, ruta de tanqueros, contratos y la historia clínica de los empleados.

 “Inexperta totalmente en petróleo, Cuba, el aliado más improbable en una materia que los venezolanos dominan como pocos en el mundo, desarrolla los software, sistemas y red de fibra óptica en PDVSA”, explica el libro La invasión consentida (Debate, 2019).

 Aquí, la exembajadora en Estados Unidos de este gobierno apunta que, al igual que Chávez, este gobierno no selecciona para ocupar embajadas a profesionales con carrera diplomática, y pone en su lugar a militantes de su partido y otros personajes.

Martha Bárcena recuerda que, antes de ganar la presidencia, el actual mandatario mexicano estaba convencido de que el Servicio Exterior Mexicano era el mejor servicio civil de carrera en México, pero algo le hizo “pensar de otra manera”.

 Lo mismo que Chávez con PDVSA que, antes de su gobierno, era la única empresa petrolera latinoamericana con acceso a todo el planeta y capacidad para refinar más de tres millones de barriles diarios en el Caribe, América Latina, Estados Unidos y Europa.

Pero Chávez vendió todos los activos de PDVSA en el exterior, sin rendir cuentas del dinero obtenido, y acabó por completo con el plan de internacionalización que traía la empresa desde los años 80.

 Cuando Chávez ganó la presidencia, PDVSA producía tres millones 120 mil  barriles diarios de crudo: hoy, PDVSA produce un millón 137 mil  barriles diarios de crudo, según cifras de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, publicadas en diciembre.

 En eso consiste la chavización de un país. Y nunca es en un solo sector.

 Es en todos.

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