El béisbol de México tiene su propio despacho en el Palacio presidencial de Andrés Manuel López Obrador. Separado por menos de 100 metros del mandatario. “Estamos a la vuelta”, dice Edgar González, el titular de la oficina para la promoción y desarrollo de este deporte. Los bates y manoplas se han convertido en un asunto de Estado. Ningún otro mandatario mexicano ha dedicado tantos al deporte, ni a una sola disciplina. Es la apuesta de López Obrador, una prioridad, un capricho.
En febrero pasado, López Obrador anunció la creación de la Oficina de Presidencia para la Promoción y Desarrollo del Béisbol en México (ProBeis). Se trata de un ente independiente de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), la que rige al deporte en el país. El líder de Morena destinará este año 350 millones de pesos (unos 18 millones de dólares) para consolidar el deporte en el país a través del impulso de los futuros jugadores. El hombre al frente, Edgar González, es un exjugador de los San Diego Padres de Estados Unidos.
López Obrador conoció a González durante un desayuno en 2015. El político mexicano quedó enganchado con un libro que había publicado González en el que esboza 27 historias de beisbolistas que habían triunfado. “Cuando ganó la presidencia me llamó por teléfono y me dijo que quería que yo estuviera a cargo del béisbol”, cuenta el exlanzador a este diario. Y lo cumplió durante sus primeros 100 días de Gobierno.
El presupuesto destinado este año al béisbol es mayor, por ejemplo, al programa de estancias familiares para apoyar a madres trabajadoras (62 millones de pesos) y el destinado a la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim), 184,3 millones. Es, en cierta manera, contradictorio a la austeridad que reza el Gobierno federal. “El béisbol es la mejor inversión que se puede hacer: es deporte, se combate a la obesidad, a la delincuencia, sanas al tejido social y promueves valores”, defiende González.
El encargo presidencial a Edgar González es el de agitar los semilleros de jugadores mexicanos para encaminarlos a Estados Unidos, sede de la mejor liga de béisbol. “Hay que formar mejores ciudadanos a través de este deporte y después llevar a 60 a Grandes Ligas durante estos seis años”, explica González. La intención, admite, es convertir al béisbol en el deporte nacional. “Estamos haciendo un programa con la Secretaría de Educación Pública y se busca que los muchachos jueguen béisbol en las escuelas. La prueba piloto comenzará en Ciudad de México”, explica.
López Obrador nunca ha ocultado su fanatismo por el béisbol. Su acompaña estuvo repleta de analogías . “Vamos a ganar por blanqueda – un triunfo en el que el rival no anota ningún punto – y a la ofensiva batearemos jonrón con casa llena”. Un mes después de ganar las elecciones presidenciales, lanzó un tuit que resumía su visión del deporte en México: actividad física y deportiva, de alto rendimiento “para ganar muchas medallas” y béisbol.
El arribo a la silla presidencial de López Obrador ha supuesto una resurrección del béisbol. Al menos en la agenda pública. En los primeros 100 días, el Ejecutivo logró convencer a una serie de empresarios para recuperar un equipo extinto, Los Algodoneros de Gusave (Sinaloa), inauguró el primer salón de la fama y este sábado será la apertura del estadio de los Diablos Rojos. “El hecho de que se hable de béisbol por el presidente es una gran publicidad”, afirma Othon Díaz, presidente ejecutivo de los Diablos Rojos. “Todos los Gobernadores nos están hablando para abrir escuelas de béisbol”, agrega Edgar González.
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