La polarización ya no es un simple objeto de estudio de investigaciones académicas o una expresión que incluir en un titular para hablar sobre redes sociales y política. Con el paso del tiempo se ha terminado por convertir en un estado tangible de las cosas que ha terminado por consolidar gobiernos en muchos países (Trump, Bolsonaro, Orban), marcar la pauta en las declaraciones públicas de los políticos (estilo confrontativo y celebración continua de ‘lo políticamente incorrecto’) y generar un estado de ánimo que marca la forma de relacionarse en redes. Rezando a la Virgen de la Empatía para no ser troleados por este texto, proponemos 5 recomendaciones para dejar de ser un trol en Twitter:
1. Al otro lado hay personas, no muñecos
Ver un avatar o saber que no estamos en presencia de la otra persona es algo que facilita decir una barbaridad. En ocasiones nos olvidamos de que a ambos lados de una conversación digital hay personas, con sus miedos, sus inseguridades, sus problemas. En una ocasión, la actriz Sarah Silverman fue insultada por un tuitero que le dijo: “Cunt” (puta). La respuesta de ella fue investigar en su ‘timeline’ y, tras descubrir que el hombre tenía problemas, decidió intentar empatizar con él.
“Yo creo en ti, leo tu ‘timeline’, y veo lo que estás haciendo, y tu rabia es dolor velado. Pero tú lo sabes. Conozco ese sentimiento. PD: Mi espalda también está jodida. Mira lo que sucede cuando eliges el amor. Lo ven en ti”. Jeremy Jamrozy, que es como se llama quien la insultó, le reconocía su lectura: “No puedo elegir amor. Un hombre que se parece a Kevin Spacey me lo quitó a los 8 años (…) Me jodió y soy pobre así que es difícil conseguir ayuda”. Lo que sigue es una conversación dura pero amigable que dejó atrás el insulto inicial. Al otro lado siempre hay personas, no muñecos. No pagues con otras personas en Twitter el dolor que te hagan sentir tus problemas.
2. Diferencia entre debatir educadamente o dar zascas
Es evidente que las redes sociales han aumentado la capacidad para fiscalizar lo que dicen los demás. En el momento en el que hay una omisión deliberada, la red se suele dar prisa en señalarla, especialmente si ha sido pronunciada por políticos o personas muy conocidas. Esto no es malo per se. Lo que ocurre es que lo que suele imponerse es el zasca. El zasca es una réplica cortante, rápida y a menudo ofensiva en un debate o una conversación en espacios digitales. Y la cultura que abraza al zasca es una espectacularización del debate en el que más que intercambiar opiniones, importa dar la “bofetada verbal” más grande. Como en los patios de colegio, vamos.
Lo más curioso es que la cultura del zasca tiene su origen en una broma machista. Zasca viene de la expresión “¡Zas, en toda la boca!”, pronunciada por Peter Griffin en la versión doblada de la serie Padre de Familia. En una de las escenas icónicas, el propio personaje hace referencia a lo mucho que le gustaba Jackie Gleason. Y Gleason interpretaba a Ralph Kramden en la serie de humor ‘The Honeymooners’ en los años 50. Cuando este amenazaba a su mujer con pegarle en la boca decía: “Algún día, algún día…¡zas, en toda la boca!” (Pow! Right in the kisser en la versión original).
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