La batalla final de Juego de tronos, emitida esta madrugada, empezó en el tiempo de la fantasía (los castillos, barcos, dragones, caballos y caballeros de siempre sobre el tablero) para acabar de forma abrupta en el nuestro, con esos hombres, mujeres y niños cubiertos de sangre y ceniza que por desgracia no nos son tan ajenos. Un inquietante túnel del tiempo para el que el realizador de este episodio (otra vez el oscuro Miguel Sapochnik) deslizó un simple detalle: en toda la recta final del episodio, ni la Khaleesi ni su único dragón vivo, Drogon, salieron en primer plano en la pantalla. Quedaron reducidos así a un ente deshumanizado y abstracto que solo escupía terror y fuego. Todas las guerras son iguales y a una serie que le ha gustado jugar con el espectáculo de las estrategias militares al menos le faltaba reconocerlo.
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