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jueves 07 noviembre 2024

La enorme suerte de Manuel Bartlett

por Julián Andrade

Manuel Bartlett es un tipo con suerte. Supo transitar por escándalos y sobrevivir en la vida pública en momentos de alta tensión.

Uno de los más graves fue el asesinato del columnista de Excélsior, Manuel Buendía, ocurrido el 30 de mayo de 1985.

Bartlett era Secretario de Gobernación, tenía bajo sus órdenes a la Dirección Federal de Seguridad (DFS) y de ahí salieron los asesinos del periodista.

El propio Bartlett, desde el primer día del sexenio de Miguel de la Madrid, le comunicó al subsecretario Jorge Carrillo Olea, que la DFS solo dependería del titular de Gobernación y de nadie más.

El director de la DFS, José Antonio Zorrilla Pérez, fue condenado por la autoría intelectual del homicidio del periodista y uno de sus agentes, Rafael Moro Ávila, como se ejecutor.

Pero esclarecer el homicidio no resultó sencillo y a Zorrilla Pérez se le trató de proteger para que no tuviera problemas e inclusive el PRI lo postuló la para una diputación en Hidalgo.

Para marzo de 1985, sin embargo, ya se contaba con indicios de que Zorrilla Pérez estaba involucrado en la muerte de Buendía y en las evaluaciones que se hicieron se determinó sacarlo de la campaña, para evitar daños posteriores, inclusive al propio secretario de Gobernación.

Conocedor de las dinámicas policiales y del poder, Zorrilla Pérez huyó del país.

Periodista asesinado Manuel Buendía, Manuel Bartlett y José Antonio Zorrilla Pérez

Solo se le pudo detener cinco años después y en el arranque de otro gobierno, el de Carlos Salinas de Gortari.

El procurador de Justicia del Distrito Federal, Ignacio Morales Lechuga, fue quien coordinó los trabajos que hicieron posible la captura.

Hasta donde se sabe, y es lo que se estableció en el juicio, el ex director de la DFS actuó por su cuenta y el móvil tuvo que ver con la posibilidad de que Buendía diera a conocer nexos de las policías y en particular de la DFS con el narcotráfico. En 1984 aquello habría sido una revelación explosiva.

La posterior desaparición de la DFS tuvo que ver con ese y otros hechos en los que se demostró que existía colusión con el crimen organizado y que los comandantes no sólo protegían los mercados ilegales, sino que eran sus principales promotores.

Miguel Nazar Haro, a quien relevaría Zorrilla Pérez, fue destituido porque se comprobó que participaba en el contrabando de autos robados desde Estados Unidos.

Pero Bartlett nunca se hizo cargo en la responsabilidad política que tenía respecto a la DFS. Sorteó la tormenta, porque así lo quiso el entonces presidente De la Madrid y su buena estrella se prolongó al siguiente sexenio.

Sólo entendiendo las reglas del sistema es que resulta explicable que el responsable último de la seguridad no haya sido llamado a cuentas, políticas, insisto.

Ahora Bartlett también está en el vendaval, luego de que Carlos Loret de Mola y Areli Quintero dieron a conocer una serie de propiedades inmobiliarias no incluidas en las declaraciones patrimoniales de quien ahora es director de la Comisión Federal de Electricidad y, por lo que se vislumbra, otro presidente lo sacará del entuerto. Un tipo con suerte, ni duda.

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