IMSS: déficit de 201 mil equipos e insumos; gasta en publicidad y giras presidenciales

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Un recuento de las necesidades del IMSS, realizado por el propio instituto, arroja que para superar este estado es necesario adquirir 201 mil artículos, con valor total de 18 mil 611 millones de pesos. Advierte que esos recursos no se pueden tener “en este momento, y quizá tampoco son posibles ejercer en un solo periodo fiscal”, por lo que habrá de hacerse una lista de prioridades. A pesar de tal situación, este año la dependencia no ha tenido empacho en pagar campañas en medios de comunicación y giras presidenciales.

Instrumental y equipo obsoleto, antiguo o descompuesto es la constante en todas las unidades de todos los niveles del Instituto Mexicano del Seguro Social, lo cual provoca tratamientos truncos, lentitud en la atención y, en resumen, riesgos para la vida de los más de 50 millones de afiliados.

De todos esos artículos, 13 mil 766 se encuentran en unidades de primer nivel (clínicas familiares y salas de emergencias, 18 mil 280 en unidades de segundo nivel (hospitales generales) y 11 mil 13 en unidades de tercer nivel (hospitales de especialidad).

El IMSS es una institución feroz e implacable para cobrar las cuotas de trabajadores y empresas. Aun así, desde hace años que su deterioro material es evidente. Al tiempo, se puede constatar que tiene gran presencia en los medios de comunicación, por medio de campañas publicitarias de elevado costo.

Asimismo, durante este sexenio, del presupuesto del IMSS se han pagado numerosas giras presidenciales, en las que Andrés Manuel López Obrador y su comitiva han visitado todos los hospitales rurales para tener “diálogo” con el personal médico y los pacientes. En cada una de esas visitas el IMSS ha pagado viáticos, hospedaje, alimentos, renta de carpas, sillas, templetes, equipo de audio y sonido. Se supone que dichas visitas obedecen a la necesidad de “escuchar” las problemáticas que viven las unidades rurales, pero en realidad han sido actos políticos, para el lucimiento del presidente ante los pacientes y de paso, oportunidades para que los directivos de los hospitales se ufanen ante López Obrador de sus logros.

De acuerdo con un reporte del propio instituto, emitido en noviembre y divulgado por El Universal, el problema de obsolescencia de equipo e instrumental ciertamente es heredado de administraciones pasadas, pero el actual gobierno no ha hecho nada por optimizar el uso del presupuesto, pues ha dado prioridad a las campañas en medios de comunicación y a las giras del presidente.

“Cuando un equipo médico no está disponible para un diagnóstico, tratamiento, procedimiento, ya sea a consecuencia de falta de insumos, refacciones o de mantenimiento, se compromete la prestación de servicios a la población, produciéndose retrasos en citas y cirugías, entre otros”, dice el reporte, que calcula que el promedio de antigüedad de los equipos médicos es de 35 años.

Los problemas del equipo son más graves en unas unidades que en otras, pero en todas tienen como consecuencia reducir la calidad del servicio, ya que se genera una “falta de disponibilidad de equipos médicos involucrados en el diagnóstico y tratamiento del paciente”. A veces, por la escasez de equipos disponibles. En otras, por la falta de insumos y en otras más, por “funcionar inapropiadamente o estar fuera de operación por descompostura o sobreuso”.

Mucho del equipo “ha rebasado su vida útil” y el personal médico sigue haciendo uso del mismo.

Sin ir más lejos, cualquiera que haya acudido a consulta en una clínica del IMSS puede comprobar que los médicos elaboran los informes y diagnósticos con máquinas de escribir de 50 o 60 años de antigüedad, debido a que no se cuenta con equipo de cómputo y programas especiales para rellenar los formatos e imprimirlos.

A pesar de que el informe echa la responsabilidad a administraciones pasadas, lo cierto es que el actual director del IMSS, Zoé Robledo, ha mostrado poco interés en sus funciones, con el aval del presidente López Obrador.

De manera inexplicable, Robledo fue designado como organizador de la fiesta popular del 15 de septiembre, en el Zócalo, y de los festejos del 20 de noviembre, también en el Zócalo. En ambas celebraciones se registró derroche de recursos, como grupos musicales, decoración, performances, iluminación, equipo de audio y sonido y mucho más.

Y mientras Robledo no resuelve el grave deterioro material de las unidades médicas del IMSS, sí gasta elevadas cantidades en colocar en los medios de comunicación campañas para mejorar la imagen del instituto. Dichas campañas, sobra decirlo, no reflejan la realidad que se vive en las unidades médicas.

El problema es mayúsculo, ya que, según el referido reporte, no hay ninguna unidad que esté bien. Hay, en todo el país, 1 156 unidades de primer nivel, tanto urbanas como rurales; 248 unidades de segundo nivel y 36 unidades de tercer nivel.

Cabe recordar que en mayo de este año, el gobierno federal ordenó el cierre de 300 unidades médicas urbanas del IMSS, las cuales recibían recursos del programa Prospera, que fue eliminado. Algunas de las operaciones de dicho programa fueron asumidas por IMSS-Bienestar, programa del que salieron casi todos los recursos para las giras presidenciales este año.

En un oficio emitido el 28 de mayo, la encargada de dicho programa, Gisela Juliana Lara Saldaña, informó que ante la eliminación de Prospera, las Unidades Médicas Urbanas dejarían de operar. A pesar de la gravedad de la medida, dos días antes Zoé Robledo celebraba los 40 años del programa IMSS-Bienestar, presumiendo que contaba con 4 mil 86 unidades médicas. Esa cifra ya incluía la desaparición de las 300 UMU, pero no lo dijo.
Fue la prensa la que informó, unas dos semanas después, de esa medida.

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