El primer paso para salir de la situación donde estamos es darnos cuenta de los errores que cometimos para llegar aquí. Por ejemplo, creer que algún líder providencial nos va a salvar, cuando debemos ser responsables de pensar tácticamente la política y, sobre todo, dudar como sistema. Igual de grave es creer que la misma élite política anquilosada que permitió el triunfo abrumador de Morena será quien saque a ese partido. Pero es más grave creer que Morena desaparecerá del mapa entre 2021 y 2024, sepultada por un tsunami opositor.
Lo anterior viene a cuento por un mensaje en redes que dice, palabras más, palabras menos, que López Obrador desea adelantar su revocación de mandato a 2021, porque sabe que Morena es nada sin él. Indiscutiblemente, muchos candidatos no habrían ganado sin su liderazgo. Sin embargo, debemos reconocer que también influyó el hartazgo hacia los partidos “de siempre”. También es importante tener en mente que, como se ha dicho en este espacio, nuestros contrincantes no son tontos o deshonestos por serlo, así como tampoco los partidos opositores son buenos por el hecho de ser críticos. Este pensamiento falaz sólo ayudará a perpetuar el problema.
¿Qué hacer? Ayudar a que se queden los que sirven y que se vayan los lastres. Si no todos los políticos de Morena son perversos o tontos, y no todos los opositores son dechados de virtud y valor cívico, comencemos a forzar a los partidos a reconfigurarse desde los candidatos más inmediatos: legisladores y autoridades municipales. ¿Cómo? Premiándolos con su continuidad en el cargo si deciden competir o retirándolos si se atreven a hacerlo.
Por ejemplo, en 2021 elegiré a un diputado federal y uno local de Morena y a un alcalde priísta. En lo personal no seré cómplice de la mediocridad generalizada de los partidos votando por voto útil alguno: no quiero que ganen políticos sin discurso alternativo, lo cual afianzaría al gobierno. Por ello, si veo que mis diputados de Morena tienen un buen desempeño, estoy abierto a votar por ellos. De lo contrario, veré si entre los candidatos opositores hay alguna alternativa que valga la pena. Invito a cada uno a hacer lo mismo, sea cual sea el partido en el poder en sus distritos, municipios o ayuntamientos.
Morena no va a desaparecer en 2021: en ese partido se está formando ya una nueva generación de políticos, los cuales van a estar en la escena pública durante las próximas décadas, junto con los cuadros que los demás partidos tengan la inteligencia de formar e impulsar. Tengo claro que, entre más compitan, más se foguearán y depurarán las figuras más aptas. Prefiero eso que votar por los mismos ineficaces que ayudaron por omisión al triunfo de López Obrador.
¿Desaparecerán algunos partidos? Qué mejor noticia, si no aportan algo. ¿Queremos que se vayan los malos políticos? Desde luego, pero recordemos que están en todos los partidos. La democracia no funciona sin individuos críticos y activos: hagamos las cosas bien para variar.