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jueves 26 diciembre 2024

Recomendamos: El fracaso del noroñazo, por Francisco Garfias

por etcétera

La elección de la priista Dulce María Sauri como presidenta de la Mesa Directiva en San Lázaro no sólo es el triunfo de la legalidad sobre el tráfico de diputados, sino que evitó que el tercer año de la legislatura fuese un desastre.

Por muchos años me he considerado amigo de Gerardo Fernández Noroña, hoy diputado del PT, pero reconozco que no tenía el perfil, ni el temple para ocupar el cargo. Pero, sobre todo, no lo acompañaba la ley.

El artículo 18 de la Ley Orgánica del Congreso dice que la lista para la elección de los integrantes de la Mesa Directiva debe integrarse por candidatos que acrediten “prudencia, tolerancia, respeto e institucionalidad” en la convivencia.

No hace falta un sesudo análisis para afirmar que Noroña, como le dice todo mundo, no tiene esas cualidades.

Gerardo ha calificado a los priistas de asesinos, a los azules de paniaguados, ha hecho del pleito, la diatriba, la protesta, sus principales instrumentos para alcanzar sus objetivos.

Se va de la boca. Ayer mismo acusó a la titular de la Segob, Olga Sánchez Cordero, de organizar una “operación de Estado” para que Sauri encabezara la Mesa.

Durante la primera votación llegó a decir que el presidente López Obrador se equivocó al pronunciarse por el respeto a la legalidad, que él leyó como apoyo al PRI.

La misma Dulce María lo equiparó hace días a “una chispa que se enciende”.

La planilla encabezada por la priista obtuvo 313 votos a favor, 123 en contra y 21 abstenciones. Logró mayoría calificada (dos tercios de los asistentes) por sólo siete votos.

Morena volvió a ir dividida en la ronda de ayer: 126 a favor, 85 en contra, 20 abstenciones. Si hacemos cuentas, 105 diputados de ese grupo volvieron a desairar el llamado del Presidente a apegarse a la legalidad.

Pero el ala más radical no tolera la pluralidad. Quería imponer el noroñazo. Funciona bajo el principio que tanto criticaron al PRI en sus buenos tiempos: La mayoría manda.

Hay que mencionar que en los cinco días de chapulineo en San Lázaro, Mario Delgado, quien busca la presidencia de Morena, le dio juego a Fernández Noroña.

Llegó a declarar que si el petista ocupaba la presidencia de la Mesa Directiva sería “respetuoso e institucional”.

El presidente de la Jucopo se tardó en hablar con cordura, pero finalmente lo hizo, al explicar la postura del grupo de Morena que apoyó la planilla elegida.

“No es un voto a favor del PRI. Es un voto a favor del respeto a la legalidad”.

Y más: “La ley dice que le tocaba al tercer grupo y ni modo. A muchos no nos gusta, pero es lo que toca hacer. No se vale respetar la ley cuando nos favorece y cuando no nos favorece, no”.

¿Apenas se dio cuenta?

La siempre congruente diputada de Morena, Lorena Villavicencio, nos hizo ver que el segundo round por la presidencia de la Mesa era innecesario. Lo provocaron posiciones ambiguas de quienes, en su grupo, cambiaron su voto a favor para abstenerse.

“Cero y van dos, por no hacer valer con contundencia la palabra empeñada, la ley y la pluralidad”, dijo.

La coordinadora de la bancada del PRD, Verónica Juárez, coincidió en que si se hubiese cumplido con el acuerdo fundacional desde un principio, no se hubiese producido el episodio de Noroña.

“Hoy perseveraron la civilidad y la legalidad, señaló el coordinador de la bancada del PAN, Juan Carlos Romero Hicks, mientras que el vocero de la bancada del PRI, Héctor Yunes, nos dijo que se cumplió con la ley y la palabra.

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