Compartir

Leo y releo a Zygmunt Bauman y creo que debería existir un reconocimiento para visionarios que logran comprender otra época, o quizás cuando te dedicas a pensar en calma el horizonte se extiende. Lo cierto es que desde hace un tiempo considero que me toca observar el mundo de mis hijas desde el visor de la ventana y las pantallas, tocando la sonata de mis opiniones, sin la brillantez de Bauman, pero con la disciplina de sistematizar el intento y practicar, como dice otro de mis ídolos (Boris Cyrulnik), una pedagogía de la empatía. Así va uno cambiando héroes y aficiones según se posicione al volante o en el asiento de atrás. Lo cierto es que me mudé a la segunda fila y veo más paisaje, no sé si mejor o peor pero observo, pienso y escribo.

Pintura de Claude Monet “Mujer con una sombrilla”. National Gallery of Art, Washington DC (Estados Unidos)

Creo que si hubiera un nobel para la palabra, una sería galardonada: comprender. Un vocablo que habita entre verdades parciales, pero que nos obliga a quitarnos la visera de caballo de corrida de toros, para intentar ver otras perspectivas. Por ello me pareció importante en mi texto anterior aludir a mi incomprensión sobre la violencia presente en algunas feministas. El problema justo de esa palabra es que designa muchas cosas a la vez, muchas personas que no se parecen, un cúmulo de ideas, investigaciones y disertaciones que están en marcha, pero un objetivo es claro, las mujeres necesitamos un trato justo, como los migrantes o los niños. Coincido con el filósofo José Antonio Marina y muchos otros en que una sola bandera sería necesaria para toda historia con protagonistas ignorados o subordinados: derechos humanos. Sin embargo, llevamos tanto tiempo pensando como hombres, como adultos, como nativos, que la tentación de hacer de nuestros sesgos la capital de la verdad es casi vicio.

El mundo líquido de Bauman; la sociedad de consumo de Baudrillard o el € ®0$ de Fernández Porta, por señalar algunas representaciones críticas de esto que habitamos como postmodernidad, el nombre más difundido a la era marcada por los medios de comunicación, sus redes sociales y la fuerza de los capitales, tiene saturada la comprensión. En aras de no ser pusilánimes, de hacer rentable cada vínculo, de encontrar el camino claro en medio del mundanal ruido, de no llevar la etiqueta de “víctima o pendejo” que es lo mismo, pugnamos por evidencias, por indemnizaciones, por seguros en especie, por protagonismos en exclusiva.

Existe una clara distinción entre aquello que no avalamos y aquello que no comprendemos. No avalo la violencia feminista; no me gustaría, en aras de la inclusión, albergar en mi casa a una familia migrante; por más que crea en el método Montessori, he recurrido con satisfacción a dos o tres nalgadas y pago el precio culposo de haber roto con familiares tóxicos. Es por ello por lo que comprendo sin avalar el dolor de las mujeres que hoy ocupan las oficinas de los Derechos Humanos; a mi adorada prima Ana que hace hasta lo indecible por apoya a los migrantes y a mis hijas luchando por encontrar su lugar en el mundo. No las puedo avalar¹ porque vivir es una deuda que se pagan solas, una biografía que no admite más que la firma de su autor.

Es muy difícil admitir que no tienes la solución, que no te toca. Que no hay teorías que lo expliquen. Pero tienes el deleite de la observación y el tiempo de una lectura mesurada que te permita la comprensión. Muchas personas con el software del pasado nos preguntamos por el objetivo, por “el mando” por “el rumbo”. Ciertamente no hubiéramos hecho lo mismo. Pero toma un momento para habitar un recuerdo: Me recuerdo ignorada en el patio de una casa; me recuerdo mofada en una habitación matrimonial; me recuerdo expulsada de una vivienda; incomprendida, callada, disminuida. Ante todas esas oportunidades la violencia era la mayor de las tentaciones, algunas veces la ejercí, otras resistí. Es como la comezón, rascarse es un alivio, una urgencia.

Creo que si hay una ficción que será recordada como el zeitgeist de estos tiempos será Joker. El payaso que reina sobre el caos es la protesta migrante, el reclamo feminista, la manifestación racista, la pugna por mejores gobiernos, los deprimidos hasta la madre de ser censurados. ¿Quién reina en el caos? Quienes no tienen papel en el concierto. Aquellos que han sido avalados por todos pero reconocidos por nadie. Los que ocupan el espacio de una herida que no cierra, los que se han cansado de hablar con las paredes. Los que piensan que la vida es eso, una herida que nadie quiere suturar.

Son pues los habitantes de una casa derruida, de un intersticio entre fronteras, aquellos que no buscan mando o categoría, los que sólo quieren resguardarse del mejor modo que saben. Un grupo pues que busca adivinarse en las coordenadas de otro tiempo, los que no tiene tarjeta de crédito, o la tienen pero no tiene red; tienen red pero no casa; habitantes de mundos desconocidos para generaciones como la mía. Nómadas que buscan una matria que los abrace; una realidad para fugarse; una historia que por fin les de cobijo.

Un barquito de papel

En tiempos de Covid tengo un placer epistolar, regularmente me escribe y le escribo a la gran Erma Cárdenas, no quiero ponerle el adjetivo de escritora, o maestra o mujer, porque es Erma, eso y mucho más. Sus palabras son el remate perfecto para estas reflexiones:

…empecé a confiar en la siguiente generación. Cometerán muchos errores, como siempre y, también como siempre, saldrán adelante, mejores, más valientes, más generosos. Parece que la audacia de un acto inédito, pero razonado en sus diversos matices, es la única manera de avanzar.  Así que, sabia amiga, hagámonos a un lado… con la tranquilidad de dejar el mundo en buenas manos.

Te mando mi cariño en un barquito.

Así, desde este barquito de papel cibernético sigo intentando comprender, como Erma, como Bauman porque la comprensión es un ejercicio imaginativo fenomenal.


1 Del francés aval, y éste del italiano avallo, tomado del árabe حَوَالَة (ḥawāla) ‘transferencia, cable’. Afianzamiento del pago de una letra en caso de que no sea satisfecha por el aceptante.
Relacionados: avalar, avalista. Persona o bien que garantiza el pago de la susodicha letra,préstamo o crédito. https://es.wiktionary.org/wiki/aval

Autor