El trágico precedente de la gran epidemia de 1918 se ha repetido en la Unión Europea. La parca en forma de coronavirus está segando más vidas en la segunda y otoñal ola que en la de la pasada primavera. Desde el 1 de agosto hasta el 6 de diciembre, la covid-19 se ha cobrado en los 27 países de la Unión Europea 152.216 vidas, por encima de las 136.176 de la primera ola (del 1 de marzo al 31 de julio), según los datos analizados por EL PAÍS a partir de las estadísticas del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) y de la Universidad Johns Hopkins. Se trata siempre de cifras contabilizadas de muertes confirmadas por coronavirus. Hay que tener en mente que las cifras de exceso de mortalidad apuntan a que se han subestimado los fallecimientos atribuidos a la covid.
En total, la UE ha registrado durante los últimos cuatro meses 31 muertes más por cada millón de habitantes que en la primera fase. Y a falta aún de una temporada de invierno que también se anticipa mortífera. La “luz al final del túnel”, como ha definido a la vacuna en ciernes la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, devolverá probablemente la esperanza, pero no bastará, de momento, para frenar del todo la creciente sombra de luto que cubre el Viejo Continente y la mayor parte del planeta.
El ECDC señala desde su sede en Estocolmo que “hay diferencias sustanciales de unos países a otros”. El organismo añade que el impacto de la pandemia ha dejado, de momento, tres escenarios de tendencias en el continente. “Tenemos países, como Austria, Grecia o Hungría, que han visto más muertes durante el otoño”, indica el ECDC. “Otros donde ha habido más muertes en primavera que en otoño”, situación en la que se encuentra España, entre otros países. Y, por último, “un tercer grupo que han visto un número similar de muertes en primavera y en otoño, como es el caso de Alemania o Bélgica”, aunque en el caso alemán con cifras sustancialmente más bajas que el resto. En conjunto, las muertes de la segunda ola ya superan a las de la primera en 17 de los 27 países de la UE (ver desglose en el gráfico al final del artículo).
Tres tendencias
El director de la Organización Mundial de la Salud para Europa, el doctor Hans Kluge, alerta del riesgo de interpretar el término ola como un indicio de que se requieren respuestas políticas o técnicas diferentes en cada momento. “Es importante afrontar la pandemia como un acontecimiento único de unos dos años de duración, con momentos más agitados y otros de mayor tranquilidad”. Kluge señala que “estamos a mitad de ese camino” y recuerda que “se requiere una estrategia [de protección] que es siempre la misma y seguirá siéndolo, y a la que se incorporará la vacuna”.
“Quizá estemos ante una estabilización de las cifras en la UE, pero es una estabilización en cifras muy altas”, avisaba la semana pasada la comisaria europea de Sanidad, Stella Kyriakides. “Cada 17 segundos una persona muere en Europa por covid-19, cada día 5.000 familias lloran en Europa la pérdida de algún ser querido”, añadía la comisaria.
Los datos del ECDC, que suman los de la UE con el Reino Unido, Noruega y Liechtenstein, arrojan 177.285 muertes entre marzo y julio y 172.008 muertes desde el 1 de agosto al 7 de diciembre gracias al dato del Reino Unido, que ha reducido a la mitad el número de muertes (de unos 41.000 decesos en primavera a poco más de 20.000 en otoño). Si se consideran además otros países europeos no miembros de la UE ni incluidos en el cómputo de la ECDC, como Ucrania, Serbia o Moldavia, se refuerza la conclusión de que en el conjunto de toda Europa es más mortífera la segunda ola, al igual que ocurre en la UE. En el mundo también ha habido más muertes desde agosto, aunque a escala planetaria ha habido un ascenso sostenido más que dos olas diferentes.
Hace 100 años, también ocurrió cuando la llamada gripe española acabó con muchas más vidas en un otoño que coincidió con el final de la I Guerra Mundial. La dimensión de la plaga actual es por ahora mucho menor y los sistemas sanitarios se encuentran a años luz de los de hace un siglo.
Pero el coronavirus ha sorprendido a la UE con la guardia baja que dan siete décadas de paz ininterrumpida. Y tanto en la primera como en la segunda ola, los socios europeos han mantenido un cierto aire de superioridad ante un mal que consideran propio de otras latitudes. A menudo, el aterrizaje en la realidad solo ha llegado cuando las morgues saturadas sucedían a unos hospitales desbordados.
Cada país golpeado, con Italia como primera víctima, era observado por los vecinos como una excepción malhadada en medio de un continente sano. El grave error de la indiferencia se pagaba muy caro pocas semanas después. Y el triste patrón se ha repetido durante una segunda ola que se ha ensañado muy especialmente en los países de Europa central y del este, que se vieron a salvo durante la primera y en algunos casos ignoraron las señales de alerta en los países vecinos.
Más y menos muertes
Las muertes se han multiplicado por 10 en Polonia entre primavera y otoño. O por más de 20 en la República Checa. Y las cifras se han disparado igualmente en Hungría, Rumania o Bulgaria y la mayoría de los países de un bloque por el que el virus parecía haber pasado de largo. En los países donde más han aumentado las muertes por millón de habitantes entre ambas olas son la República Checa, Eslovenia, Bulgaria, Hungría y Croacia, por ese orden. Pero el número de muertes también ha aumentado en muchos otros como Alemania, Portugal, Austria o Grecia. En cambio, donde el descenso de muertes por millón entre una y otra ola ha sido mayor es en Suecia, Irlanda y España. En el caso español eso se debe sobre todo a la altísima mortalidad de la primera ola.
España encabezó las cifras de muertes por millón de habitantes en la primera oleada, solo por detrás de Bélgica. En la segunda fase, sin embargo, hay otros 10 países de la UE en los que la mortalidad por covid ha sido mayor. La mayor mortalidad italiana de la segunda ola ha provocado que el país transalpino haya superado de nuevo a España en muertes por millón en el conjunto de la pandemia.
Ver más en El País