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Lo que diga Andrés

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México se convirtió en el país de un solo hombre, un país en el cual solo importa lo que diga una sola persona, en dónde la realidad se tiene que hacer a un lado para no estorbar a los otros datos de quién siempre ve un país que solo existe en su mente. Cómplices en medios y redes sociales están al pendiente para repetir lo que diga Andrés y atacar a quien piense diferente, algo que no tarda en estar prohibido.

Me lo dijo Andrés

México se mueve al ritmo de lo que diga Andrés. Si dice que la inseguridad ya no es un problema, sus cómplices en medios y redes salen de inmediato a repetirlo, pues la palabra del señor debe ser difundida, aunque los asesinatos, robos y secuestros sigan a la orden del día.

Y hay más ejemplos del peso de lo que dice Andrés, aunque la terca realidad se empeñe en mostrar lo contrario.

La desaparición del Seguro Popular y su reemplazo por un mal estructurado, planeado y ejecutado Insabi, más las malas decisiones –con el pretexto del combate a la corrupción– que afectaron el abasto de medicinas, dejando sin medicamento a niños con cáncer y pacientes con enfermedades crónicas, que se suma al mal manejo de la pandemia, con cerca de un cuarto de millón de muertos, según cifras oficiales –la cifra real podría superar fácilmente el medio millón–, representan la muestra de la incapacidad del actual gobierno federal, que privilegio lealtades sobre la capacidad, sin importar afectar a los que menos tienen.

Pero Andrés dice que todo va bien, que las protestas son para dañar a su gobierno, que se domó la pandemia y sus cómplices repiten el guión y callan como momias ante las muertes que se presentan.

La cancelación de las obras del aeropuerto de Texcoco, acusando especulación inmobiliaria y corrupción, es una excelente muestra de cómo se combate a la corrupción por parte del lopezobradorismo, pues los especuladores no fueron encarcelados o investigados, a muchas de las empresas que trabajaban en el proyecto del Nuevo Aeropuerto se les invitó a hacerlo en Santa Lucía y no se conoce de algún exfuncionario preso por actos de corrupción, además de que siguen las dudas acerca de la conveniencia del puerto aéreo en la base militar, hay irregularidades en varias obras viales para conectar la terminal aérea, el rediseño del espacio aéreo sobre la Ciudad de México genera temores de un desastre y, para acabarla de amolar, trasciende que el gobierno está peleado con el sindicato de controladores aéreos, algo similar a lo que provocaron con la nueva administración de Notimex.

Pero Andrés dice que todo va bien, que el aeropuerto de Santa Lucía es la obra más importante o una de las más importantes del mundo, que estará listo para inaugurarlo cuántas veces tenga que hacerlo y sus cómplices repiten sus palabras y atacan a quien cuestione una cancelación que nos costó, sean 100 mil o 300 mil, pero nos costó a todos los mexicanos.

Y el combate a la corrupción, bandera de campaña del candidato López, se menciona a la menor provocación en las mañaneras, en dónde se ha proclamado su final en varias ocasiones, con un pañuelo blanco que el presidente ondea diciendo que aunque se enojen los conservadores, pero callando acerca de las irregularidades en la Conade, de la solicitud para que den parte de su sueldo empleados del DIF para fines que desconocen y no se transparentan, de las empresas que son beneficiadas como antes, de los despidos por corrupción de funcionarios nombrados por esta administración en aduanas, de la renuncia de Jaime Cárdenas al INDEP señalando corrupción y del enriquecimiento de varios funcionarios de la 4T.

Pero Andrés dice que ya se acabó la corrupción, que él no da permiso para robar –como si lo necesitaran–, que lo de su hermano Pio son aportaciones y lo de su prima Felipa un descuido, y calla ante la fábrica de cerveza y chocolates que pusieron sus hijos, sin aclarar de dónde salió el capital para esto, mientras sus cómplices en redes y medios repiten que es el presidente más atacado desde Madero.

Y la austeridad, parte del discurso en contra del pasado – del que López Obrador es parte, porque en ese pasado hizo su fortuna–, que ha provocado más mal que bien, con miles de despidos en el sector público, falta de insumos o equipos en oficinas y hospitales, incluso es uno de los factores que explican el pésimo estado en que se encuentra el Metro de la Ciudad de México, se sigue aplicando para mantener programas que ni ayudan a los pobres a salir de la pobreza, pero sí son un pretexto para pedir el voto por su partido.

Y Andrés repite y repite que si gana la oposición esos programas terminarán, que gracias a ellos las crisis no pegó tan duro entre los pobres, aunque para ellos la inflación tiene otros datos, y sus cómplices en medios y redes se lanzan a la carga para defender las dádivas que da, pues a ellos también les toca en forma de contratos, puestos públicos o préstamos.

Y frente a las elecciones, Andrés dice que el candidato del PRI en Nuevo León es un delincuente electoral y que no se va a callar, algo que sí hace ante sus candidatos que también utilizan tarjetas para promoverse y prometer dinero si votan por ellos.

Lo que dice Andrés es la mejor muestra de que el poder transforma y para mal a personas que no estaban preparadas para tenerlo.

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