Será partir de septiembre cuando se intensificaran las presiones sobre el INE buscando controlarlo para tratar de integrarlo al gobierno. Se ha dado la voz de arranque y eso ha derivado en que la dirección del partido y los fervorosos seguidores retomen la idea para hacerla una causa.
Quieren todito el INE y no van a salir de su empeño. Las elecciones serán determinantes, y si el resultado favorece al Presidente y a su partido, como puede suceder, se lanzarán con todo para controlarlo y buscar hacerlo una dependencia de gobierno.
Hemos insistido sobre la gran paradoja de que estas instituciones y un buen número de ONG son las que han hecho posible la transformación del país, con todo y las limitaciones que haya, es lo que nos tiene en medio de la apertura, democracia, pluralidad y espacios de libertad.
El gran valor de la democracia mexicana está en la toma de conciencia ciudadana y también va de la mano de la convicción en que los procesos electorales deben ser manejados por los ciudadanos. Si hasta ahora las y los consejeros del INE han sido elegidos con base en cuotas partidistas se debe a que el proceso forma parte de la representación de los partidos en la sociedad.
Encontrar mecanismos que permitan una ciudadanización plena es uno de los grandes retos, lo que sí queda claro es que colocar al instituto como una dependencia de gobierno es echar el tiempo atrás de manera riesgosa, a la cual le aparecen inquietantes signos de autoritarismo.
¿Cómo hacerle para que quienes conforman el INE obedezcan a los ciudadanos y no necesariamente a la cuota partidista? Mientras prevalezca nuestro sistema político será inevitable, la clave está en cómo convertirlo en el espacio en donde el ciudadano sea esencial, que, por cierto, de suyo ya lo es el día de las elecciones.
Con todas las críticas que se merezcan las y los consejeros se debe reconocer que su actuación, por más que el Presidente y Morena se les vayan encima, ha obedecido a las funciones para las cuales fueron seleccionados.
Está claro que el Presidente y su gobierno ven al INE en los terrenos de la austeridad, algunos ya llaman “austericidio” a la estrategia. Pero no se debe pasar por alto la otra parte de la ecuación: la idea de llevar a muchas instituciones a los terrenos de un diseño a imagen y semejanza del tabasqueño.
En la edición de ayer en La Razón, en entrevista de Jorge Chaparro, el representante de Morena ante el INE, Sergio Gutiérrez, ratifica lo que se puede venir. Como si el país hubiera empezado a existir a partir de la llegada de su partido de manera contundente, diríamos profundamente inquietante y limitada, asegura que “han cambiado muchas cosas desde que llegó Morena”, lo cual adereza con el futuro que imaginan: si las elecciones son administradas por el Gobierno federal los riesgos serían mínimos.
Hace unas semanas platicamos con el propio morenista sobre el tema y a pregunta sobre si confiaba en el árbitro para las elecciones, la respuesta fue definitiva “no, no confiamos”.
El control del INE ya está en la mira. Han olvidado que el instituto fue creado para evitar fraudes que tanto fustigaron y afectaron. Fueron los partidos y los ciudadanos, con todas las limitaciones que se quiera, quienes se encargan del proceso
Es un instituto caro, porque eso es lo que nos cuesta la desconfianza y no porque estén otros en el poder desaparecerá.
El INE en manos del gobierno sería echar el tiempo atrás, ese tiempo que ya fue, que nos confrontó, nos costó y dividió. Aunque el pasado no les guste, éste es un pasado que hay que valorar, perfeccionar y defender… el semáforo anda entre naranja y rojo.
RESQUICIOS
La violencia política ha acabado con la vida de candidatas y candidatos y crea el clima de zozobra y temor hacia la elección. Se anda asomando el fantasma del abstencionismo.
Este artículo fue publicado en La Razón el 27 de mayo de 2021. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.