sábado 18 mayo 2024

Verde oliva

por Tere Vale

El populismo lleva en el poder en Venezuela desde 1999 hasta el 2013, con el iniciador de esta desgracia, Hugo Chávez y de 2013 a la fecha con otro distinguido gobernante: Nicolás Maduro. Van alrededor de 20 años de esta autoritaria y represora forma de gobierno y no se ve para cuando pueda salir de esta maldición el pueblo del otrora riquísimo país sudamericano.

En estos años, la devastación económica, social, política y democrática de esta nación ha sido total. Nada más recordemos que cinco millones de venezolanos han preferido el exilio, con lo doloroso que es, a seguir soportando la muy difícil situación que se vive en el país donde nació Simón Bolívar.

Una de las razones por las que se explica la permanencia de esta forma indestructible de tiranía es la alianza invencible entre los militares y los mencionados autócratas.

Algunos datos: recordemos que en su más reciente reforma de Gobierno, Maduro continuó mostrando cuán importantes son los militares para su supervivencia: 10 secretarías (o ministerios si ustedes prefieren) están en manos de los temibles uniformados. Por si fuera poco, además, tres de ellos ocupan igual número de vicepresidencias en aquel país: Seguridad Ciudadana, Soberanía Política y Seguridad y Paz; cualquier cosa que signifiquen estos cargos para el actual dictador.

No extraña mucho, no se nos olvide que Chávez era también un uniformado y que a partir de su llegada al gobierno de Venezuela las fuerzas armadas se fueron fortaleciendo y ocupando posiciones cada vez más importantes. Lo que está sucediendo hoy con los verdes se fue anunciando desde hace muchos años hasta llegar a la situación que a muchos demócratas interesados en la política latinoamericana nos preocupa.

Recordemos que los militares no gustan de la transparencia ni de la rendición de cuentas y solo explican y dicen en qué gastaron, cómo y con quién al jefe máximo de las Fuerzas Armadas, o sea al Presidente de Venezuela. ¿Les recuerda algo o a alguien?

Y cuento todo esto no solo por las dizque “elecciones” que hubo en días pasados en la tierra de mi papá (Nicolás Vale Quintero quien nació en Maracaibo, Estado Zulia, hace más de cien años) sino porque viene a cuento después de todo lo que está aconteciendo en mi país México, desde hace casi tres años durante la supuesta Cuarta Transformación.

Hay que decirlo fuerte y claro, el Ejército Mexicano ha recibido un apoyo inigualable en la actual administración y los cientos de miles de millones de pesos de los que ellos hoy disponen no han sido transparentados ni se ha informado al famoso “pueblo bueno y sabio” de AMLO ni por equivocación.

Bien sabemos que la opacidad es una herramienta favorita de los uniformados y nuestro país no es la excepción. Ni procesos explícitos, ni de compra, ni de contratación, ni licitaciones, ni transparencia, ni rendición de cuentas, por aquello… argumentan, de la “seguridad nacional”.

El descaro del Ejecutivo ha llegado al grado de decir recientemente que le dejará la responsabilidad del manejo y usufructo de sus obras y programas más emblemáticos a los señores de verde para que nadie en el futuro se los pueda arrebatar. O sea, estamos siendo presionados y reprimidos por los señores que tienen el control de las pistolas, olvidémonos del poder de la ley, o de la razón, el poder de las armas es lo de hoy.

¿Dónde quedó aquella promesa de campaña de AMLO de que los militares regresarían a los cuarteles? Pero hay algo peor: a los mexicanos pues como que aquel compromiso ya se nos olvidó. ¿Y luego? ¿Qué sigue para México?

Con verdadera preocupación vi hace unos días un video sobre una investigación de Carlos Loret de Mola, donde se muestra con datos duros el enorme grado de corrupción con que se dan los manejos administrativos en la SEDENA. Ahí están las cifras y los números que vienen a confirmar esta delicadísima situación de la que no sé cómo vamos a salir los que creemos en las libertades, los derechos humanos, las instituciones.

Espero que México no se pinte de un verde negativo y perjudicial… porque del verde ecológico mejor ya ni hablamos.

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