Debido a que el Instituto Nacional Electoral se pronunció en contra de la designación del Director General del CIDE, en el nombramiento de José Romero Tellaeche “no hubo unanimidad”, y en cambio, se impidió al órgano de gobierno expresar cualquier inconformidad, informó el instituto.
A un día de que se ratificara el nombramiento de Romero, supuestamente por “unanimidad” y mediante un “proceso transparente”, el INE desmintió los dichos de María Elena Álvarez Buylla, directora de Conacyt, al afirmar que no se respetó la normatividad, no se tomó parecer al órgano de gobierno y por ende, la designación no fue unánime.
Mediante una tarjeta informativa difundida este 30 de noviembre, firmada por el secretario Ejecutivo, Edmundo Jacobo Molina, el INE oficializó así la postura que ya había trascendido a los medios desde la noche del lunes.
A los integrantes del órgano de gobierno del CIDE, entre los cuales se encuentra el INE, señaló, se les impidió posicionarse con respecto al proceso de designación y la persona elegida.
En el documento titulado “Posicionamiento del Instituto Nacional Electoral respecto del procedimiento de designación de la persona titular de la Dirección General del Centro de Investigación y Docencia Económicas, A. C.”, el instituto afirma que la designación de Romero carece de consenso y no se consultó a los integrante del órgano de gobierno del CIDE respecto a un nombramiento que ha generado “encono”.
Agrega que la designación de Romero es decisión de la directora del Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla.
“De forma desafortunada, en la primera sesión extraordinaria del Consejo Directivo del CIDE no se nos permitió, a quienes integramos el órgano de gobierno posicionarnos, en general, respecto de la regularidad del procedimiento de designación y nombramiento, y, de manera particular, sobre la idoneidad de la persona considerada por la Directora General del CONACyT”.
Los conflictos que ha generado este nombramiento, dice, son motivo de preocupación para el INE, habida cuenta de “la falta de espacios de diálogo entre las comunidades estudiantil y académica con las autoridades interinas de la institución, así como con el propio Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT)”.
El INE detalla que los procedimientos previos a la designación del director del CIDE no se desahogaron de manera correcta, y refiere que los problemas se remontan a la primera sesión extraordinaria del 2021.
“Debido a que las auscultaciones interna y externa no fueron desahogadas en los términos requeridos por el Estatuto General, además de que el contexto de confrontación existente al seno de la comunidad del CIDE no ha propiciado un clima propicio para el diálogo de sus integrantes”, el INE expresó que “su voto sería en contra” de la designación de Álvarez Bullya.
Para el instituto la situación es mucho más grave que la falta de procedimientos adecuados. Señala imposición por parte de Conacyt, pues afirma “que se impidió siquiera la posibilidad de expresar los distintos puntos de vista en relación con las temáticas indicadas, para que el Consejo Directivo estuviera en aptitud de tomar una posición sobre la formalización de la designación y nombramiento”.
Tras dos semanas de conflictos estudiantiles por el interinato de Romero Tellaeche y su designación como director del CIDE, el INE, que forma parte del órgano de gobierno del mencionado centro académico, dijo sentir preocupación por la “evidente falta de diálogo” con las instancias involucradas.
Dentro del CIDE privan sensaciones de “inconformidad, frustración y desasosiego”, que no favorecen las actividades académicas y por ello, son “incompatibles con la razón de ser del CIDE”.
En seguida, hace un recuento de los requisitos que los Estatutos del CIDE establecen para la designación del director, con la finalidad de que se nombre a alguien con suficientes competencias y habilidades.
En la selección deben participar dos comités y numerosas personas que validen la idoneidad de los candidatos, para que finalmente, el Consejo Directivo del CIDE formalice la designación. Enfatiza que no puede darse a dicha formalización un “sentido vacío”, una actividad meramente mecánica.
Así, el papel del Consejo Directivo es “constatar el cumplimiento y la regularidad de las distintas fases integrantes del procedimiento de designación” de un director.
“En este sentido, es evidente que la voluntad del Consejo Directivo, en tanto órgano de composición colegiada, debe configurarse a partir de la expresión del sentido o voluntad particular de las distintas personas que la integran.
A pesar de las inquietudes que los miembros del Consejo expresaron en este sentido, “se impidió siquiera la posibilidad de expresar los distintos puntos de vista en relación con las temáticas indicadas, para que el Consejo Directivo estuviera en aptitud de tomar una posición sobre la formalización de la designación y nombramiento”.
Para finalizar, Jacobo Molina llama a tener “apertura a visiones y expresiones distintas a las nuestras”, pues tal actitud es esencial tanto en la democracia como en la ciencia.
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