“Nosotros tomaremos el camino cuando nuestros mayores ya no estén, llí encontraremos sus cenizas y la huella de sus virtudes” Rouget de Lisle
Nadie imaginaría que un militar nacido en la comuna francesa de Lons-le-Saunier fuera a componer uno de los himnos más bellos e imponentes; sin embargo, la experiencia me ha enseñado que las grandes obras pueden provenir de cualquier rincón del mundo. Tal es el caso de Claude-Joseph Rouget de Lisle, un soldado que solo llegó a graduarse como capitán del ejército francés, pero que dejó un legado invaluable para el país galo.
La Marsellesa, compuesta el 25 de abril de 1792 en Estrasburgo, fue inspirada como un canto de guerra para Ejército del Rin y finalmente instaurada como himno nacional del país el 14 de marzo de 1879, más de cuatro décadas después de la muerte de su creador. Los relatos cuentan que Rouget de Lisle fue encarcelado durante el Régimen del Terror liderado por Robespierre, sin embargo, libró ser ejecutado en la horca por ser el compositor de un tema tan patriótico y popular en aquella época.
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