Y ahora, Estados Unidos confiscará el avión del aliado ideológico del gobierno mexicano, Nicolás Maduro, piloteado por el terrorista iraní Gholamreza Ghasemi. El aparato está retenido en Argentina, pero voló a través de México, Irán, Venezuela, Rusia, Argentina.
La nave es de Emtrasur, una empresa que controla personalmente Maduro, y es filial de Conviasa, la aerolínea venezolana que con su vuelo 3726, inauguró el AIFA, y ha sido sancionada por Estados Unidos por colaboración con organizaciones terroristas.
Se trata de otro delicado frente que se abre con Washington, en medio de la escalada retórica antiestadounidense que desarrolla desde hace semanas el Jefe del Ejecutivo mexicano. Muy sensible, porque es un asunto vinculado al terrorismo.
Antes de ser retenida en Argentina el pasado seis de junio, la nave hizo un periplo por Irán, Venezuela, Rusia y México. Paraguay y Uruguay le prohibieron bajar para repostar gasolina. Al regresar e Uruguay a Argentina, fue asegurada.
En Querétaro, cargó autopartes. Pero la escala es un misterio: la Secretaría de Comunicaciones, Infraestructura y Transportes no le dio permiso para servicio de carga ni la Secretaría de Economía autorizó la operación en calidad de empresa extranjera.
Hasta el gobierno panista de Querétaro está enredado. El gobernador dice que el avión no cargó nada, pero su secretario de Desarrollo dice que sí cargo autopartes, y que tuvo una serie de contratiempos con la documentación.
Antier, la Casa Blanca envió una nota diplomática a Argentina para que le permita confiscar el avión, por vínculos con el terrorismo internacional:
“No toleraremos transacciones que violen las leyes de exportación y las sanciones de Estados Unidos”.
El avión es un Boeing modelo 747-300M (matrícula YV35319) de la empresa venezolana Emtrasur. Y Ghasemi, el piloto, es vinculado con tráfico de armas, financiamiento, inteligencia y logística para el terrorismo iraní.
Según el FBI, Ghasemi es comandante y trabaja para Hezbollah, el grupo islámico al que Irán le da 200 millones de dólares al año y que viola la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, con sus ataques terroristas.
La nave está sujeta a sanciones: su transferencia por parte de la empresa iraní Mahan Air a Emtrasur (filial de Conviasa) viola la ley de exportación de Estados Unidos. Mahan Air y Conviasa han sido castigadas por colaboración logística con organizaciones terroristas.
Todo esto se produce en un momento en que Estados Unidos quiere hacer saber al mundo que no olvida el terrorismo, y acaba de matar con un misil al sustituto de Bin Laden, cuando salió a tomar fresco en el balcón del departamento donde se escondía en Kabul.
Que el avión haya dejado un rastro de misterio en Querétaro nos ayuda poco en este lío.
Muy poco.