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lunes 23 diciembre 2024

La otra derecha

por José Ramón López Rubí Calderón

El discurso de Morena, empezando por el discurso oficial de la dirigencia “encabezada” por Mario Delgado, es una baratija de propaganda. Más importante aún: es una retórica que depende principalmente de la mentira descarada. Todo lo que es propaganda incluye mentira, así como simplificación y exageración, pero lo de Morena es extremo: mentiras extremas, hipersimplificación, exageraciones por doquier. Morena es la hipérbole hecha partido. Hipérboles a granel, con maquillaje izquierdista, y populachero y patriotero, para cubrir el intento de petrificar al partido como herramienta de López Obrador. El discurso morenista-amloísta que propaga Delgado alcanza niveles de estupidez y cinismo como los de este mensaje:

Esas y otras bajezas del obradorismo justifican la dureza de las críticas por las que se quejan. La mentira está en todo lo que propalan Delgado y Morena, no en la mayoría de las críticas. Llevan años mintiendo al acusar a todos los críticos –a todos los distintos tipos de críticos- de corruptos, conservadores, neoliberales, fascistas o ultraderechistas, pero desean que no se les trate como se merecen. Patetismo victimista. 

Patético Mario Delgado… Los ultraderechistas no proponen legalizar el aborto, ni expandir el matrimonio civil ni regular públicamente las drogas. Contra el cuento barato del oficialismo, muchos y muchas proponemos la “trifecta” aborto-matrimonio civil igualitario-legalización de drogas desde antes de que AMLO fuera presidente. ¿Quién no propone eso, nada de eso, ni junto ni separado? La ultraderecha y la derecha iliberal. ¿Quién tampoco hace esas propuestas? Este presidente. ¿Quién nunca las ha hecho? AMLO. ¿Es un ultraderechista entonces? Quienes no somos como Delgado no exageramos: no, López Obrador no es ultraderechista; pero tampoco es liberal ni progresista, porque si lo fuera propondría lo que no propone y nunca ha propuesto: esas tres legalizaciones/regulaciones a favor de los derechos. Dado el hecho de que el dios morenista no dice ni hace nada por esas medidas de progreso social, el presidente va a favor de la derecha. El simplismo no puede entenderlo, el fanatismo se enfurece al escucharlo, pero es cierto. Si López Obrador no dice ni hace nada a favor de esas medidas –y no dice ni hace nada a favor-, hace en contra de la izquierda progresista –aunque no se atreva a decir nada abiertamente en contra, por hipocresía.

Como pasan los años y los obradoristas no aprenden ni cambian para bien, su respuesta automática hoy es la misma tontería de ayer, el “¿dónde estaban?”. O “¿por qué no defendieron eso antes?”. La refutación sigue siendo la misma, y muy fácil. En mi caso: yo estaba proponiendo y defendiendo con argumentos lo que propongo y defiendo hoy, como la legalización del aborto, del matrimonio civil para personas no heterosexuales y de las drogas que sean ilegales. Por ejemplo: “Un argumento lógico sobre el aborto”, Derecho en Acción, CIDE, octubre de 2016 (link). Publicado dos años antes de que López Obrador tomara la presidencia. Otro ejemplo: “Argumentos contra la oposición al ´matrimonio gay´”, Derecho en Acción, CIDE, marzo de 2016 (link). Publicado más de dos años antes de que López Obrador fuera presidente. Y fui uno de los primeros en insistir abiertamente en legalizar drogas, no sólo marihuana, durante el sexenio de Felipe Calderón. Si propones esa legalización, te opones a toda versión de la “guerra contra las drogas” y por ende a toda militarización, la de Calderón y la de AMLO y la de quien sea. Pero los fanáticos o nunca se enteraron de nada o no pueden entenderlo. Fanáticos, al fin y al cabo.

Aunque chillen: ¿quiénes militarizan hoy? Los obradoristas. ¿Lo hicieron otros ayer? Obvio, y algunos los criticamos. Mienten los obradoristas. Mienten asquerosamente. ¿Algunos no criticaron antes? Obvio, y los obradoristas son como ellos hoy. Son los nuevos calderonistas. Peores por más hipócritas. O doblemente idiotizados: por creer que nadie más que ellos criticó nada antes del 18 y/o por creer que lo que está haciendo AMLO no es militarización. La “militarización desmilitarizadora y pacificadora” es una más de las fantasías obradoristas. No existe. Lo que existe es sólo la contradicción (es)pejista. Y el empeoramiento. En los hechos legislativos, de gobierno y en la mente obradorista. Cuando al fanatismo le llega por desesperación el cinismo, el resultado es la mayor idiotez: mal de AMLO pero también de Calderón, consuelo de idiotas.

Con toda razón, el dedo se puede hundir más en la llaga: López Obrador no sólo no propone legalización de drogas, ni siquiera propone la de una sola, la marihuana. Y no sólo no propone la legalización de la marihuana, la bloquea. Es lo que ha pasado en la cámara de diputados a través de Nacho Mier. Así AMLO le hace el juego a los narcos, porque la existencia de su negocio como narcos depende de la ilegalidad de las drogas, es decir, depende de la existencia de la Prohibición. El dizque anticonservador conserva la Prohibición. Porque no quiere legalizar ni siquiera la marihuana. Al conservar la Prohibición, conserva “la guerra”. Así que el presidente es otro conservador continuador contradictorio de la “guerra contra las drogas”, que siempre es una guerra selectiva contra el narco, pues siempre incluye corrupción. En este caso también la del ejército. Y no sólo continúa “la guerra” –modificando discurso e intensidad- sino que militariza más. Más que Calderón. Posiblemente con nuevas ayudas de “Alito”. López Obrador acaba de implicar que Calderón tenía razón, pero no: los dos están equivocados. Equivocados y similares, y ante la Historia emparentados. 

Por si no fuera mucho el derechismo, a todo eso se suma el deseo presidencial sobre la prisión preventiva oficiosa (PPO). Propuesta que revuelve ignorancia, conservadurismo, autoritarismo con acento en el castigo y populismo penal. López Obrador es un maestro de la mixología del retroceso. La PPO es otra “medicina” retrógrada, otro jarabito del empeoramiento. La (em)PPO(ra) se carga contra pobres en general, mujeres pobres en particular, y viene como anillo al dedo contra enemigos políticos… En fin, quien quiera entender sobre la prisión preventiva oficiosa debe leer, por ejemplo, lo que las analistas y activistas de Intersecta han dicho bien al respecto.

Y eso no es todo. No. Porque se trata del señor presidente AMLO. Bajo este gobierno hay más pobres, la misma política fiscal de antes y la desigualdad esencial o la desigualdad socioeconómica de siempre. Sobre esos temas han tratado tres de mis artículos recientes en Etcétera; los invito a leerlos (aquí); sólo insisto en que lo que hace este gobierno sobre impuestos es básicamente una política neoliberal, de derecha, desigualitaria. Ni los idólatras obradoristas ni los de la derecha neoliberal pueden aceptarlo. Pero así es. Besan o arañan una imagen, la que el presidente ha logrado vender. Paradójica pero paradigmáticamente, los “intelectuales” obradoristas no piensan. Acaba de confesarlo de nuevo el tal Gómez Naredo: “en momentos de debate y miedo a equivocarnos, siempre confiamos en AMLO”. Son sus palabras. Las traduzco a más claridad: “no pensamos, no nos arriesgamos a pensar, obedecemos, sólo seguimos y defendemos lo que él diga, que él nunca se equivoca”.

No aborto, no “matrimonio gay”, sí prohibir drogas, sí militarización, más militarización, sí prisión preventiva oficiosa, sí política fiscal pro-ricos, más política social clientelar (no socialista ni antipobreza sino pro-AMLO y Morena), y autoritarismo hiperpresidencialista, son sus hechos y sus propuestas. ¡¿Cuál izquierda?! ¿De qué hablan quienes por defender o atacar llaman izquierda a López Obrador? Tremendos errores: el de quienes creyeron que era socialdemócrata, el de quienes creen que es comunista, el de quienes creen que ayuda a México, el de los obsesos antiprogresistas que confunden todo progresismo con simple “corrección política” lingüística y no se dan cuenta de que coinciden con López Obrador en creencias sociales y fiscales. Tremendo error el de todos los que creen que el presidente es de izquierda. Es otra derecha. La otra derecha nacional. La nueva derecha mexicana. Con muchas coincidencias con la vieja, antes y ahora. Es populismo derechista. AMLO es el nuevo priismo de derecha. Es, y siempre lo fue, una hipócrita derecha priista. 

Extra. Una de las columnas de izquierdas como la socialdemócrata es la fiscalidad progresiva. Hernán Gómez minimiza y ataca a la socialdemocracia, pero critica a Ricardo Monreal por no proponer una fiscalidad socialdemócrata, al mismo tiempo que se hinca ante un López Obrador que impide una fiscalidad progresiva. Conclusión: Hernán es un payaso –y penoso marquetinero político: se ve muy mal como promotor tuitero de funcionarios morenistas.

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