Compartir

Extraña forma de vida (2023) de apenas 30 minutos de duración es el nuevo filme de Pedro Almodóvar. Aunque el cortometraje esté fuera de la lengua y época contemporánea española habitual del director —al ser en inglés y de vaqueros en el Viejo Oeste— su estilo no está ausente. La iluminación suficiente y los acercamientos a detalles como un plato de estofado o un par de botas debajo de una cama, así como la presencia en reflejos de los protagonistas —el alguacil Jake (Ethan Hawke, 1970, Austin) y el ranchero Silva (Pedro Pascal, 1975, Santiago de Chile)— crean atmósferas semejantes a las que han distinguido al cine de Almodóvar. Su colorido estrambótico se materializa en el brillante saco verde de Silva —que si no está fuera de época es, cuando menos, anómalo en la paleta del género de vaqueros— así como en un cuadro de Georgia O’Keefe y un par de representaciones de la virgen de Guadalupe.

Pedro Pascal interpreta al ranchero Silva. Cinefotografía de José Luis Alcaine Escaño.

La recepción crítica no ha sido tan favorable como suele serlo con cintas de Almodóvar. En Extraña forma de vida dos hombres que no se han visto en un cuarto de siglo son reunidos por circunstancias de oficio y parentesco, que provocan una persecución, pelea a puños y enfrentamiento con pistolas. Como tuvieron una relación sentimental y sexual entre ambos en su juventud —por dos meses— han pasado la vida recordando —sin que dejaran de tener descendencia y amantes mujeres— lo que lleva a ambos a algunos reproches. Sin embargo, también han procesado la vivencia. El alguacil llama “locura” a esos 60 días y, tras algunas horas de estar juntos, dice a Silva: “No me veas así”. Haciendo explícitas sus contradicciones, asegura que Silva ha bebido demasiado, pero le sirve más alcohol. El ranchero, por su parte, asegura que fue a verlo y que siempre ha querido acercarse de nuevo a Jake, cree en el destino y sabe leer situaciones: hacia el final se da cuenta de que Jake no podría regresar a su puesto, ni al resto de su existencia. Discursivamente, Silva le explica a Jake, que la propuesta de décadas antes tiene una respuesta, que dos hombres pueden vivir juntos en un rancho, pues: “Pueden cuidarse el uno al otro, protegerse entre sí, se pueden hacer compañía”. No sin razón, algunas de las críticas van en el sentido de que este filme de Almodóvar sería demasiado explícito —comenzando por su título— en su moraleja a favor del amor entre dos hombres, con un alguacil que cocina, en un ambiente tan rudo como el Viejo Oeste.

Almodóvar en el estreno de su cortometraje en el Festival de Cannes. Fotografía de Patricia de Melo Moreira.

La estructura de la historia se sirve de recuerdos cercanos y remotos, que muestran a Silva y Jake a diferentes edades. Considerando la ambientación y tomando en cuenta que el Viejo Oeste se identifica como un periodo en la segunda mitad del siglo XIX estadounidense, Extraña forma de vida en su mayoría se ajusta al género —como al formular un instante en que todos encañonan a todos— pero cuenta con varios elementos anacrónicos. Se oye la voz del brasileño Caetano Veloso interpretando, en portugués, su canción “Estranha forma de vida”, de 1986, mientras un joven en pantalla —de ojos claros, gruesos labios rosados y barba falsamente descuidada— pretende cantarla. O la pintura de O’Keefe, de 1930, Paisaje de Mesa Negra. No se trata de errores históricos sino de provocaciones.

El filme reitera convenciones del género del Viejo Oeste. Cinefotografía de José Luis Alcaine Escaño.

Almodóvar conoce las facetas de la industria cinematográfica: sabe del acierto de contar en su reparto con dos actores sumamente varoniles, atractivos aun en su manifiesta edad madura. En el momento de mayor notoriedad internacional de Gael García Bernal (1978, Guadalajara, México) aprovechó la atracción que provocaba el mexicano en su La mala educación (2004). Con Hawke y Pascal, Almodóvar explota la familiaridad de amplísimos públicos con sus figuras y hasta la nostalgia ante el Hawke adolescente. Para cualquiera con memoria hacia 1989 —por la resonancia en la cultura popular de Sociedad de poetas muertos— Hawke surge como un tímido muchacho a quien le toca como profesor de literatura el apasionado John Keating (Robin Williams), quien se convertiría en clave vital para varios estudiantes. Después vendría el matrimonio, fuera de las pantallas, de Hawke con Uma Thurman y la trilogía compuesta por Antes del amanecer (1995), Antes del atardecer (2004) y Antes de la medianoche (2013) al lado de la actriz Julie Delpy. Con Hawke, Almodóvar no ofrece una estrella, pero sí la comodidad de un rostro conocido.

Pascal en la gala 2023 del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Fotografía de Andrew Kelly.

Por su parte, Pascal es popular recientemente alrededor del mundo sobre todo por sus papeles en programas de televisión como Juego de tronos (en 2014), The Mandalorian (desde 2019) y The Last of Us (en este 2023). Su fama ha aumentado —particularmente entre algún público femenino heterosexual con rasgos izquierdistas— por gestos como presentarse la noche del 22 de febrero de 2023 al estreno de The Mandalorian vistiendo amplios pantalones rojos y camiseta gris escotada cubierta por un saco marrón de tejido de punto abierto. Meses después, el 1 de mayo, en una gala del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, Pascal vistió camisa y abrigo rojos, éste pasado de talla, así como pantalones negros cortos, con botines y calcetines del mismo color.

Pascal cuenta también con el aura que le atribuyen sus seguidores por cierto parentesco con Salvador Allende, quien tiende a ser visto no como un presidente irresponsable —electo en su cuarta candidatura presidencial en Chile con sólo el 36.6% de la votación, con otros dos candidatos llevándose también un tercio de los votos— sino como héroe de un supuesto socialismo democrático (hechos que, por supuesto, no justifican ni el golpe de estado ni la dictadura de Pinochet). El actor creció y reside fuera de Chile y en su cotidianidad no parece usar atuendos como los descritos, lo que no es un problema sino llanamente su vida. Sin embargo, dar por hecho que con imágenes públicas como la descrita estaríamos ante un hombre nuevo —“deconstruido” o “no tóxico”— es persistir en la lógica de las ilusiones, aunque antes haya sido el hombre Marlboro y hoy sea un hombre con falda. A su vez, hoy viernes 20 de octubre este cortometraje se estrena en la plataforma MUBI. Extraña forma de vida no es un divertimento sino una pieza calculada a plenitud por el director, tanto comercial, como ideológicamente; lo que tiene que ver con la industria, pero no con el arte del cine, que no le es ajeno a Almodóvar.

El actor Ethan Hawke es el alguacil Jake en Extraña forma de vida. Cinefotografía de José Luis Alcaine Escaño.

Me quedo corto sobre este cortometraje, no porque sea una gran película sino porque siempre hay más por analizar: Extraña forma de vida es más que una reivindicación de la posibilidad de vida homosexual. El enredo de un asesinato es pretexto para que Silva y Jake se vuelvan a ver. Por supuesto que hay un obstáculo social para su unión, como dice Silva en otro diálogo torpemente explicativo. Cuando Jake y Silva se encuentran tras tantos años, su reacción es la sonrisa sin impostura —no los saltos, gritos y abrazos de quienes se viven como en escenario permanente— sino ese gesto que llamamos alegría y parece natural e inevitable ante alguien con quien uno quiere estar y de alguien que quiere estar con uno. Es el encuentro y entrega que pocas veces sucede de manera genuina. Como cuando dos perros parecen caerse bien y —según ojos humanos— crean una amistad, yendo de un lado a otro en cuatro patas, juntos, con algo que vemos como entusiasmo. Porque, entre ellos como entre personas, “se pueden hacer compañía” y eso, se sabe, es experiencia deseada.

Autor