Cuando menos en dos de sus campañas presidenciales, Andrés Manuel López Obrados prometió no sólo respetar a los órganos constitucionales autónomos sino hasta fortalecer a al Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos, según información de Latinus.
Ese medio revisó los antecedentes de López Obrador antes de llegar al poder respecto a los organismos autónomos, y no sólo no halló alguna intención de destrucción de ellos, sino, muy al contrario, no sólo respetarlos, sino hasta fortalecerlos, como el caso del IFAI, que luego se transformó en Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI).
Así, en la campaña electoral de 2012, cuando el tabasqueño se postuló a la Presidencia por una coalición titulada “Movimiento Progresista”, integrada por el PRD, el PT y Movimiento Ciudadano, señaló que daría “plena autonomía e independencia” al IFAI, con la intención de “profesionalizar sus tareas fiscalizadoras y evaluadora, y para someterlas a un estricto régimen de rendición de cuentas”.
Entonces, en su Proyecto Alternativo de Nación, en cuya elaboración participaron personajes hoy en el candelero, como Claudia Sheinbaum y Rogelio Ramírez de la O, se comprometió a convertir al IFAI en organismo público autónomo mediante una reforma a la Ley Federal de Transparencia.
Para su siguiente campaña electoral, la de 2018, cuando fue triunfador, el macuspano, en su Proyecto Alternativo de Nación afirmó que “los proyectos gubernamentales habrán de respetar la separación de poderes y la autonomía de los organismos autónomos del Estado y garantizar la certidumbre jurídica de todos los contratos vigentes, particularmente los derivados de las llamadas ‘reformas estructurales’”.
Algo que no refiere la nota de Latinus respecto a ese último documento es que había una mención positiva a algunos órganos constitucionales autónomos. En efecto, en la parte dedicada a “Sociedad segura y Estado de derecho” entre las propuestas de solución se hace referencia a la Auditoría Superior de la Federación, para la que se propuso “otorgarle una mayor autonomía, para que pase de ser un órgano de la Cámara de Diputados a una entidad autónoma equiparable al INE, INAI o IFT”.
En la elaboración de ese proyecto, la encargada de la Comisión de Política y Gobierno fue Claudia Sheinbaum Pardo. Entre los temas que desarrolló estuvieron “rescate del Estado” y “combate a la corrupción”.
Asimismo, entre los 100 compromisos que planteó el tabasqueño el primer día de su mandato no hubo ninguno como la desaparición de órganos autónomos, aunque en el punto 38 sí planteó suprimir “todas las estructuras y programas duplicados (oficialías mayores, oficinas de prensa, publicaciones, defensorías jurídicas, compras, contraloría interna y otras) y estas funciones o programas se centralizarán en una sola unidad o coordinación, dependiente de la secretaría relacionada con los asuntos en cuestión”.
Sin ser parte del gobierno, eso es lo que en los hechos se ha estado haciendo con los órganos constitucionales autónomos, como el INAI, cuyas funciones quedarán fragmentadas en varias dependencias gubernamentales, aún con poca claridad y muchas indefiniciones.
Pese a todo lo anterior, el 5 de febrero de 2024 López Obrador presentó un paquete de 20 reformas, la mayoría constitucionales, con las que pretendía “establecer derechos constitucionales y fortalecer ideales y principios relacionados con el humanismo, la justicia, la honestidad, la austeridad y la democracia”.
El último punto que planteó en aquella presentación y pese a lo que había dicho con anterioridad a su gobierno, fue el siguiente: “Eliminar todas las dependencias y organismos onerosos y elitistas, supuestamente autónomos, creados durante el periodo neoliberal para proteger negocios particulares en contra del interés público”.
Promesas como el respeto y el fortalecimiento de organismos como el INAI López Obrador las puso en el bote de la basura y ahora está por consumarse su destrucción.
