El Hotel Tren Maya de Calakmul es otra obra emblemática del gobierno de Andrés Manuel López Obrador: esa construcción militar tiene un gran sobrecosto, hecha con irregularidades legales, genera daños ambientales considerables, fue levantado en un lugar sin agua y pocas probabilidades de rentabilidad, indica un reportaje de Fábrica de Periodismo.
El trabajo periodístico “Hotel Tren Maya Calakmul, tomografía de un cáncer en la selva”, de Carmen García Bermejo, exhibe las graves fallas y anomalías que presenta el hotel construido por el Ejército en la Reserva Natural de la Biósfera.
El 7 de agosto de 2023 Blas Andrés Núñez Jordán, jefe del Centro Coordinador de Operaciones del Tren Maya, de la Dirección General de Ingenieros de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), anunció en la conferencia de prensa presidencial que en el Tramo 7 del Tren Maya, a 10 kilómetros de la zona arqueológica de Calakmul, se construía al Hotel Calakmul, que contaría con 144 habitaciones en dos torres de dos niveles.
“Este hotel se construye siguiendo más estrictas normas ambientales y considerando equipamiento de punta como un sistema de generación eléctrica para el adecuado funcionamiento del hotel, el cual será totalmente solar”, anunció el militar, que dijo que para entonces se tenía un avance de 22 por ciento.
El reportaje detalla mucho más: el hotel tendrá estacionamiento para 350 automóviles, pérgolas para bicicletas, caseta, planta de tratamiento, vialidades de acceso y de circulación interior.
Como se recordará, uno de los problemas que más criticaba López Obrador de los gobiernos anteriores era el sobrecosto que finalmente reportaban las obras, y hasta llegó a plantear su prohibición legal, lo que nunca concretó. Como ha ocurrido con otras de sus obras emblemáticas, el hotel referido también lo tiene y sin mayor problema.
Así, y como ha ocurrido con muchas obras del gobierno de López Obrador, en un principio se calculó que en el hotel en mitad de la selva serían invertidos entre 665 millones y 685 millones de pesos; sin embargo, por un convenio establecido entre la Sedena y el Fonatur Tren Maya, el financiamiento será de mil 486 millones 688 mil pesos, al menos 220 por ciento más de los proyectado.
Una irregularidad grave es que el proyecto fue presentado por la Sedena en un principio, en 2023, como un simple alojamiento para su personal que estaría dedicado al resguardo de la zona arqueológica. Sin embargo, después pasó a ser hotel, lo que fue autorizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia a cambio de que se garantizara la supervisión arqueológica.
Además, pese a que desde 2014 Calakmul fue reconocido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura como Patrimonio Mundial como un bien mixto, no se le dio aviso a esta institución de la construcción del hotel y de las afectaciones que causaría.
Asimismo, el paso de alojamiento para militares a hotel no contó con el permiso de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, además de que a esta se le presentó la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) hasta agosto de 2024, cuando la obra ya reportaba un avance de 85 por ciento. Asimismo, el área que sería utilizada pasó de 18 mil metros cuadrados a 31 mil, con lo cual la obra ingresó en la llamada “área de amortiguamiento” de la zona arqueológica.
Pasa que la obra iniciara, la secretaría antes mencionada otorgó el permiso con una figura: “autorización provisional”, la que tiene un problema: no se encuentra en la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente.
Un truco legal para la realización de la obra fue efectuado por López Obrador en agosto de 2023 con un decreto presidencial, cuando, pese a que aumentó en 5 mil hectáreas la superficie de la reserva natural protegida, autorizó que allí haya actividad turística cuando antes sólo estaba permitida la de investigación y la científica.
Asimismo, allí sólo se permitía aprovechamiento forestal y construcción de infraestructura por parte de las comunidades, que no tuvieron nada que ver con el levantamiento del hotel como no sea que hayan obtenido algún empleo alguno de sus miembros (en la conferencia de prensa presidencial mencionada el militar dijo que eran 280).
El agua es un grave problema en la zona donde fue construido el hotel. La gran mayoría de la población del municipio donde se encuentra vive en la pobreza, con índices de marginación alto y muy alto. Gran parte de las comunidades no tienen red de agua potable y tienen que surtirse mediante pipas, líquido que tienen que pagar.
Pero para el hotel y el Tren Maya sí hay agua: innumerables pipas la han provisto. El primero ha anunciado que instalará una planta de tratamiento de agua y almacenarla en cisternas. Sin embargo, especialistas cuestionan severamente que eso pueda funcionar, por lo que se prevé que ese será un enorme problema.
La reportera tuvo acceso a la MIA presentada por la Sedena, donde se detallan muchos más problemas que tiene el Hotel Tren Maya Calakmul: el desmonte de 31 mil metros cuadrados, carencia de servicios de energía eléctrica, agua potable y telefonía, para lo cual se requiere hacer instalaciones complejas, caras y contaminantes, generación de residuos (se incluyen algunos hasta peligrosos), mayor tránsito vehicular y aumento de niveles de ruidos, entre otros.
Además, uno de los especialistas consultado para el reportaje advirtió que el hotel, en la mejor época del año, si acaso será ocupado a la mitad de su capacidad.
Aun con todo lo anterior, el hotel fue inaugurado el domingo por la presidente Claudia Sheinbaum, de la que se ha presumido su ambientalismo. Como se estila en los dos últimos gobiernos, fue el segundo acto de ese tipo porque con anterioridad, en un acto privado realizado en septiembre, ya lo había “inaugurado” López Obrador acompañado por la entonces presidenta electa.
Así es el amplio y grave problema económico, legal, ambiental, cultural y social que significa el Hotel Tren Maya Calakmul, una obra que, como dice un especialista en el reportaje, no era necesaria.