La tragedia y los contratos otorgados por adjudicación directa —cuando no por simple amiguismo— han sido una constante de la Cuarta Transformación. Una y otra vez, las obras emblemáticas del régimen terminan marcadas por la opacidad, la improvisación e incluso, la muerte.
No se trata de proyectos heredados ni de errores arrastrados del pasado, son obras concebidas, construidas y operadas bajo los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador y de la presidenta Claudia Sheinbaum.
En el descarrilamiento del Tren Interoceánico, el pasado 28 de diciembre al menos 13 personas perdieron la vida, decenas resultaron heridas y las pérdidas económicas son multimillonarias.
Más allá del accidente, el hecho dejó al descubierto graves fallas estructurales que colocan al gobierno federal en el centro de la polémica: no es un “hecho aislado”, es resultado de decisiones tomadas sin transparencia, ética ni responsabilidad.
Advertencias ignoradas
Igual que el Tren Maya, desde que inició operaciones el Tren Interoceánico ha estado marcado por las deficiencias en su construcción, materiales de baja calidad, inadecuada supervisión y una alarmante falta de mantenimiento; anomalías que caracterizan a los megaproyectos emblemáticos de la 4T, donde la prisa política sustituye al rigor técnico y la rendición de cuentas.
Antes del fatal descarrilamiento, ya se habían registrado al menos siete incidentes que advertían el riesgo: en el primer descarrilamiento documentado el 19 de febrero de 2022 en Matías Romero, Oaxaca, varios vagones de la línea de carga se salieron de las vías, presuntamente por falta de balasto. A este evento le siguieron otros incidentes menores que fueron minimizados o ignorados por las autoridades a pesar de que alertaban sobre fallas graves de infraestructura.
El patrón se repite
El Tren Maya que inició operaciones en diciembre de 2023, hasta diciembre de 2025 suma al menos tres descarrilamientos confirmados y, de acuerdo con datos oficiales, en los primeros seis meses de 2024 se registraron 241 incidentes relacionados con su operación.
Estas cifras reflejan un sistema ferroviario inestable, que no cumple con los estándares de seguridad esperados.
Originalmente el Tren Maya contemplaba operar con nueve vagones por convoy, cosa que resultó inviable. Investigaciones de especialistas y reportes técnicos coinciden en que las vías no soportan el peso proyectado debido a la mala calidad de los materiales, deficiencias en los rieles, errores de ingeniería y ausencia de estudios del terreno.
Actualmente el tren opera con cuatro vagones y su velocidad promedio se redujo casi a la mitad.
Además de las implicaciones financieras: los cálculos de operación y precio del boleto se realizaron considerando nueve vagones con más del 50% de ocupación, pero, al operar a menos de la mitad de esa capacidad, el costo real por pasajero se estima en más de 14 mil pesos, es decir, cada viaje recibe un subsidio público superior a los 13 mil pesos por pasajero.
Lejos de ser autosustentable, el Tren Maya representa un pozo sin fondo para las finanzas públicas.
Amiguismo e irresponsabilidad
Inevitablemente la tragedia recuerda a la de la Línea 12 del Metro que colapsó en mayo de 2021 provocando la muerte de 26 personas. Aquella obra, construida durante la administración de Marcelo Ebrard, con Mario Delgado como responsable, fue entregada por Grupo Carso de Carlos Slim, con materiales deficientes, errores de diseño seguido de falta de supervisión y abandono del mantenimiento, mismas características de los proyectos ferroviarios federales.
En el caso del Tren Interoceánico, el proyecto, dividido en “Polos de Desarrollo” fue adjudicado a diversas empresas, muchas de ellas sin experiencia ferroviaria, pero, bajo la lógica de amiguismo, opacidad y falta de rendición de cuentas.
Entre las principales destaca Mota-Engil México S.A.P.I. de C.V., filial de la constructora portuguesa, que obtuvo múltiples contratos, algunos por adjudicación directa, para la rehabilitación de tramos ferroviarios.
A pesar de que Mota-Engil ha sido señalada en otros países por sobrecostos y presuntos actos de corrupción, incluido su historial en obras como el Metro de la Ciudad de México, durante el sexenio de AMLO, obtuvo contratos por un monto superior a los 161 mil millones de pesos quedando como una de las favoritas del régimen, junto a Grupo Carso, ICA e INDI.
Participaron también Grupo Constructor Urcedic, Profharmax y Transportadora Comexsa, empresas provenientes de sectores ajenos a la construcción ferroviaria, sin trayectoria técnica en este tipo de obras, pero, cuya incursión masiva en licitaciones de la 4T ha despertado cuestionamientos sobre los criterios de selección y la verdadera capacidad técnica de los contratistas.
Al final, el proyecto construido en paralelo al Tren Maya, contó con la participación de las mismas élites empresariales cercanas al poder: Grupo Carso, Grupo México, Grupo INDI, La Peninsular y Ricardo Salinas Pliego, entre otros, que habían participado en la construcción de la Línea 12, cerrando un círculo de negligencia e impunidad.
El balastro
De acuerdo con investigaciones periodísticas, el principal proveedor de este material fundamental para la estabilidad de las vías, fue Jorge Amílcar Olán Aparicio, a través de Grupo Minero El Alicante y Stone Group Veracruz. Olán, amigo cercano de Andy y Gonzalo “Bobby” López Beltrán, habría vendido el material a la Sedena con sobrecostos de hasta 70 por ciento.
López Obrador reconoció haber nombrado a su hijo Gonzalo como “supervisor y asesor honorífico” del Tren Maya y del Tren Interoceánico y, aunque se insistió en que el cargo no era remunerado, la sola participación de un familiar directo en obras multimillonarias resulta éticamente cuestionable.
La tragedia sí avisó
Desde la Línea Dorada del Metro, hasta los megaproyectos ferroviarios el sello de la 4T ha sido corrupción, improvisación e indiferencia.
El descarrilamiento del Tren Interoceánico no se puede minimizar: más allá de la tragedia representa el descarrilamiento de un modelo de gobierno que prioriza la propaganda sobre la vida, la lealtad política sobre la capacidad técnica y la opacidad sobre la verdad.
X: @diaz_manuel


