Hace unos días, el cártel Los Ardillos intentó entrar a la Normal de Ayotzinapa para secuestrar a cuatro estudiantes miembros de Los Rojos. Si aquel hecho arañó la carrocería de la santidad de “Ayotzi”, la publicación de un libro de un exdirector del plantel la ha abollado.
En Ayotzinapa y yo. Anecdotario (Editorial Los Reyes), Jaime Solís Robledo, amigo en su tiempo del ícono guerrillero Lucio Cabañas y cuya gestión se desarrolló de 1999 a 2000, escribe sobre:
—Alumnos cayéndose de borrachos; peleas sangrientas entre ellos; una degradación sexual cotidiana, pero acentuada desde los viernes hasta el domingo.
—Alcoholismo, riñas, robos y tráfico de mariguana.
—Acoso contra tres jóvenes. Les hicieron la vida imposible: empellones, despertarlos en plena madrugada a cubetazos de agua. Uno me buscó en mi oficina implorándome lo cambiara de plantel, pues ya no podía soportar el martirio.
—Mientras dormía llegaron varios estudiantes que lo sujetaron de pies y manos, mientras uno le puso el pene en la boca. ¡Ayúdeme por favor! Escuché varias veces entre un llanto desesperado. Me vi en la necesidad de ubicarlos en otras escuelas.
—Ningún alumno puede desacatar las órdenes del Comité Estudiantil so pena de ser acosado hasta hacerlo abandonar. Cuando alguien es reincidente de incumplimiento es hostigado con crueldad. El violento acoso los hace desistir de estudiar en la ‘revolucionaria’ Ayotzinapa.
—Para el envío de contingentes estudiantiles en apoyo a movilizaciones, el Comité ordena que se vaya un grupo de tercer semestre, por ejemplo, o de primero (caso Iguala), quinto o séptimo. En la escuela quienes mandan son los alumnos.
—Mucha gente se va con la finta de que los alumnos solamente faltan a clases durante sus movimientos, cuando trascienden los muros de la escuela y andan en son de guerra contra la sociedad en general; no es así. Esto los fines de semana es un burdel.
—Las inasistencias a clases son sistemáticas y permanentes. Las actividades académicas, deportivas y culturales, pasan a segundo o a tercer plano, pues constantemente salen al apoyo masivo o de asesoría a cualquier movimiento de inconformidad, sea educativo o de otra índole.
—El Comité ejerce un férreo control sobre los alumnos, éstos no pueden negarse a cumplir las comisiones que les encomiendan, so pena de confiscación del apoyo económico de la SEP a normalistas y ser excluidos del comedor.
Las 61 páginas de Ayotzinapa y yo. Anecdotario son lectura imprescindible para conocer la históricamente encumbrada Normal. Jaime Solís Robledo se atiene a contar sus experiencias durante 13 años, en diferentes cargos que ocupó en esa escuela.
No acusa a nadie. Sólo describe.
Con eso basta para saber que “Ayotzi” no es ningún templo sagrado.
Este artículo fue publicado en La Razón el 18 de Noviembre de 2015, agradecemos a Rubén Cortés su autorización para publicarlo en nuestra página