En la lengua rusa existen vocablos que tienen varios significados, por ejemplo, mir (мир), con el que se designa al mundo y también a la paz. No ocurre lo mismo con la palabra zapad (запад), misma que, de manera inequívoca significa Occidente. Запад es también el nombre de una serie de ejercicios militares efectuados entre el 14 y el 20 de septiembre pasado, entre Rusia y Bielorrusia, en preparación a escenarios de conflicto ante los que ambas naciones -pero sobre todo la primera- deben estar preparadas. ¿Cuáles son los escenarios de conflicto vislumbrados en este juego de guerra? Según los despachos de diversos medios europeos y estadounidenses, la hipótesis para sustentarlos es la presencia de grupos extremistas que operan en Bielorrusia y en el enclave ruso de Kaliningrado y que amenazan la seguridad de los países eslavos.
Un juego de guerra o Kriegspiel es un tipo de entrenamiento que se desarrolla recreando un enfrentamiento armado. Si bien los juegos de guerra son, en la actualidad, muy populares entre los civiles -sobre todo niños y jóvenes- con fines lúdicos, lo cierto es que su relevancia es, a todas luces, política y militar. Mediante estos juegos, se pueden simular escenarios de conflicto, empleando estrategias y tácticas que permitan a su (s) gestor (es), lograr la victoria y reducir los costos materiales y humanos de la contienda. Los juegos de guerra se llevan a cabo prácticamente en todas las fuerzas armadas del mundo y se tornaron crecientemente relevantes en el marco de las dos guerras mundiales del siglo pasado. Se sabe, igualmente, que tanto Estados Unidos como la Unión Soviética a lo largo de la guerra fría, llevaron a cabo diversos juegos de guerra en aras de hipotetizar una contienda que los confrontara directamente, cosa que, como es sabido, no ocurrió ni entonces, ni a la fecha.
Запад es un ejercicio que siempre acapara la atención de Europa y Estados Unidos, dado que es uno de los juegos de guerra de mayor envergadura que realizan Minsk y Moscú cada cuatro años desde 2009. Запад ya existía en la guerra fría y hubo un momento en que dejó de llevarse a cabo, pero los mandatarios de Rusia y Bielorrusia la revivieron. Para muchos, su verdadera razón de ser es mostrar los avances tecnológicos y otras destrezas que poseen las fuerzas armadas de los participantes, especialmente las rusas. Otros piensan que estos juegos de guerra sirven para recordar a los vecinos de Rusia, que el país cuenta con capacidades militares, tecnológicas, tácticas y logísticas, para actuar sin miramientos, en su zona de influencia, ante la más mínima provocación. No faltan quienes consideran que estos juegos de guerra pueden pasar de la ficción a la realidad en cualquier momento, traduciéndose en un ataque a las naciones occidentales que pertenecen a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Bielorrusia, gobernada por Alesandr Lukashenko, es un aliado estratégico de Moscú. Es, entre los territorios surgidos de las cenizas de la Unión Soviética el más pro-ruso y proclive a tener una cuasi integración con Moscú. Lukashenko es visto, por Occidente, como un dictador que mantiene un régimen autoritario poco respetuoso de los derechos humanos. Bielorrusia, que tiene una superficie de 207 mil 600 kilómetros cuadrados y una población cercana a los 10 millones de habitantes, puede parecer un espacio menor a comparación de Rusia, la nación más extensa del planeta y que tiene una demografía 15 veces superior. Pero atención: aun cuando Bielorrusia carece de litorales, su ubicación geográfica es, en extremo, estratégica. Limita al norte con Letonia, al noroeste con Lituania, con Polonia al oeste, con Ucrania al sur y con Rusia al noreste. Todos los vecinos de Bielorrusia, salvo Rusia, claro está, son hostiles en mayor o menor medida a Moscú. De ahí la relevancia de la estrecha relación que prevalece entre las dos naciones eslavas.
¿Por qué preocupa a Occidente Запад? Hay un par de antecedentes de juegos de guerra que se realizaron con antelación a genuinas acciones bélicas en el presente siglo: la primera tuvo lugar contra Georgia en 2008 y, de manera más reciente, contra Ucrania en 2014. En el primer caso, mientras en Beijing se inauguraban los juegos olímpicos de verano y la delegación rusa era presidida por el mismísimo Vladímir Putin, las tropas rusas, emplazadas al norte de Georgia para realizar ejercicios militares, atacaron al país. Seis años después, en febrero, Moscú emplazó 150 mil soldados, 90 aeronaves, 120 helicópteros, 880 tanques, 1 200 vehículos anfibios y 80 barcos en la frontera con Crimea, en un ejercicio militar no anunciado y que más tarde se tradujo en la ocupación del enclave ucraniano. Claro que, a diferencia de Georgia, la acción ejercida sobre Ucrania trajo aparejadas diversas sanciones de parte de Occidente contra Rusia y un enfriamiento de las relaciones entre Washington y Moscú que perdura al día de hoy.
El juego de guerra Запад que concluyó hace 10 días, consistió en el despliegue de, aproximadamente, 12 mil 700 soldados, de los cuales 7 mil 200 eran bielorrusos y 5 mil 500 rusos, 680 vehículos, incluyendo 250 tanques y aproximadamente 70 aviones y helicópteros. Para los vecinos del Báltico y otras naciones que pertenecen a la OTAN, el despliegue de tantos soldados -que podrían haber sido muchos más, según se comentaba en Letonia y Lituania- y materiales bélicos fue excesivo y desproporcionado. Otro hecho a destacar, en que en los Запад tradicionalmente se considera el empleo de armas nucleares en los escenarios de conflicto hipotéticos del ejercicio.
En Occidente se piensa que Запад forma parte de una serie de acciones perpetradas por el gobierno de Putin para restituir a Rusia el estatus de potencia mundial que tuvo en los tiempos de la guerra fría. Varios hechos parecen corroborar esta percepción: la anexión de Crimea, el despacho de soldados a Siria y la intervención en las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos. Expertos militares europeos y estadounidenses señalan que las tropas rusas muestran un creciente dominio de tecnologías de comunicación amén de que emplean drones prácticamente en cada ejercicio en que participan. Es sabido también, que Rusia posee sofisticadas capacidades de ciberguerra, de las que ha dado muestra a lo largo del presente siglo.
El Запад recién concluido tuvo lugar en una zona de entrenamiento ubicada a unos 160 kilómetros al suroeste de San Petersburgo. Al lugar arribó Putin, quien observó las acciones bélicas encaminadas a defender a Rusia de un hipotético ataque en su territorio. El ejercicio también fue presenciado por observadores militares extranjeros.
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Los más ecuánimes consideran que este ejercicio logró la atención deseada, dado que, al menos en Europa y Estados Unidos gozó de una amplia cobertura y advierten que eso es lo que Putin quería. Asimismo, ante la posibilidad de que Rusia estacione tropas de manera permanente en Bielorrusia, se considera que ello no sería necesario, dada la estrecha colaboración, ya mencionada, que existe entre ambas naciones.
Запад es útil adicionalmente, para responder a la creciente rusofobia de países vecinos como los del Báltico. Reafirma la preparación y refinamiento de las fuerzas armadas rusas para responder ante situaciones hostiles que pudieran producirse en su propio territorio. Ratifica que, de ser necesario, Moscú cuenta con la opción militar y recurrirá a ella sin miramientos. Todo esto ocurre en momentos en que Estados Unidos y Corea del Norte se hacen de palabras cada vez más hostiles. El mensaje de parte de Putin parecería ser: si Washington tiene puesta la atención en el noreste asiático, Rusia tiene los ojos puestos en Europa, en momentos en que ésta se convulsiona ante diversos acontecimientos políticos, trátese de la pírrica victoria de Angela Merkel en los comicios más recientes, del separatismo catalán -y de otras regiones- etcétera. En fin, que, independientemente de como se le asuma, Запад es un ingrediente más en el menú de Putin para mostrarle al mundo que él se toma en serio el posicionamiento de Rusia como un jugador clave en las relaciones internacionales del siglo XXI.
Autor
Profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
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