En junio de este año Bernardo Ramírez Caballero y su esposa vivieron uno de los momentos más felices de su matrimonio: estrenaron su departamento en una colonia de un cotizado barrio en el sur de Ciudad de México.
El edificio donde se encontraba su hogar era nuevo, apenas tenía nueve meses de construido cuando lo ocuparon los primeros inquilinos.
Tres meses después de llegar a su nueva casa, Bernardo y su esposa vivieron uno de los peores días de su vida.
La torre que albergaba el departamento colapsó, y dos de las seis que componían el desarrollo habitacional se derrumbaron por completo.
Murieron dos personas que no alcanzaron a desalojar los edificios.
La constructora que comercializó las viviendas dijo que fue un accidente de la naturaleza. “No ha dado la cara”, le dice Bernardo a BBC Mundo.
“Sólo enviaron un correo explicando que fue una causa fortuita, que estaban apenados. Pero no explican lo que pasó ni mucho menos dieron el pésame a la familia de esas dos personas” que fallecieron.
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