sábado 18 mayo 2024

Recomendamos: Los científicos en México enfrentan grandes desafíos para implementar sensores sísmicos

por etcétera

CIUDAD DE MÉXICO — Un día de septiembre durante la madrugada, Víctor Cruz, un geofísico de la Universidad Nacional Autónoma de México, envió un artículo a una revista científica en el que describía el progreso de una red de sensores sísmicos subacuáticos que se implementarán en la costa del Pacífico mexicano.

La red, que se enfoca en un área sísmica activa conocida como la Brecha de Guerrero, rastreará la deformación del suelo marino y los llamados sismos silenciosos con el fin de mitigar el riesgo humano ante los terremotos y tsunamis.

Casi una hora después de que Cruz enviara su artículo, un sismo de magnitud 8,2 sacudió el sur del país: fue el más fuerte sucedido en México en más de un siglo. Dos semanas después, un segundo sismo mató a cientos de personas en Ciudad de México y sus alrededores.

Mientras el país se recupera, uno de los proyectos sismológicos más grandes de América Latina también está sintiendo una sacudida.

“Queremos tener un mejor entendimiento y avanzar más rápido con nuestra investigación”, dijo Josué Tago, un sismólogo que trabaja para construir la red de sensores. “La investigación que hacemos puede ayudar a salvar vidas, y ese es un tipo diferente de motivación”.

A lo largo de la costa occidental de México se encuentran las placas tectónicas de Cocos y Norteamericana; la primera se desliza por debajo de esta última. A eso se le conoce como la zona de subducción y genera periódicamente sismos que liberan energía, la cual se acumula por la fricción entre las placas.

La Brecha de Guerrero, casi pegada a la costa, preocupa particularmente a los científicos por su proximidad con Ciudad de México: aproximadamente 322 kilómetros al sudoeste. Esta nueva red, que depende de datos sísmicos, de presión y GPS, analizará el movimiento de la placa tectónica.

Más información: http://nyti.ms/2gaBqLJ

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