¿Por qué no es un asunto menor la dicotomía prensa oficialista/militante? Permítanme poner un ejemplo: las encuestas o sondeos y lo que no son encuestas o sondeos y se presentan como tales, sobre todo en procesos electorales.
Primero lo primero: una encuesta o sondeo hechos con rigor reflejan el retrato exacto de las expectativas sociales y son herramienta útil para valorar y responder a tales expectativas. No adivinan resultados sino que plantean tendencias probables (sobre todo cuando los datos se miran en conjunto).
Segundo, sucede regularmente que la exhaustiva difusión de números en la esfera mediática pretende generar percepciones, es decir, por lo regular es propaganda disfrazada de trabajos demóscopicos (por ello incluso la norma electoral comprende el conocimiento del rigor y la metodología aunque algunos de sus difusores no las presentan y alegan que eso va contra la libertad de expresión).
Tercero, generalmente las encuestas o sondeos carecen de rigor –tomemos como referente lo que sucedió en el proceso electoral de 2012 cuando prácticamente todos esos trabajos fallaron en las tendencias que anotaron.
Cuarto, las encuestas no son más ni menos precisas o rigurosas que los sondeos (desde luego, cuando están bien elaboradas); emplean métodos distintos: las primeras diseñan más preguntas -abiertas con una sola pregunta o de opción múltiple- mientras que los segundos hacen cuestionarios más cortos, en universos más específicos y, habitualmente, con una sola pregunta y opciones múltiples de respuesta. Pero reitero, ambos métodos son útiles.
Quinto, en procesos electorales todas las encuestas o sondeos son herramientas para hacer propaganda, tanto las que comprenden un trabajo riguroso como las que no. Y aquí entra el enfoque militante u oficialista:
Existen supuestos trabajos demoscópicos que sitúan en segundo lugar de las preferencias al candidato del PRI a la Presidencia y algunos incluso muy cerca del abanderado de Morena, o “sondeos” en Twitter que arrojan resultados similares; carecen de rigor pero pretenden influir en los ciudadanos y sucede lo mismo con aquellos materiales que expanden una diferencia prácticamente irremontable en favor del candidato de Morena, y que afianza la estrategia de comunicación de su equipo que busca expandir la percepción de que la victoria de AMLO es inevitable. Unas y otras encuestas o sondeos tienen más relevancia dependiendo qué medio o periodista simpatice con qué candidato.
Sexto: estos son varios ejemplos de encuestas o sondeos que, a mi parecer, no tienen rigor: las hechas en Twitter como las de Joaquín López Dóriga o las que toman como referencia el universo de Facebook como las de SDPNoticias; ejemplo de un sondeo bien hecho es lo que hoy publica Reforma y que arroja que en varias universidades encabeza las preferencias Ricardo Anaya (aunque debe enfatizarse que el universo está en la población académica, no en general); otro ejemplo de encuesta realizada con rigor (insisto, desde mi punto de vista) es la propalada hace unos días El Universal donde José Antonio Meade ocupa el tercer lugar en las preferencias.
Quienes simpatizan con AMLO festejan sondeos sin rigor como los de SDPNoticias y los que simpatizan con el PRI aplauden los sondeos de López-Dóriga o encuestas como las de El Heraldo de México.
Por cierto, en casi todas las encuestas serias AMLO aventaja con un margen considerable y Ricardo Anaya le sigue en segundo lugar.