Los actos fallidos a veces llegan a ser de una transparencia maravillosa. En una frase, aunque su autor no lo haya previsto, se develan intenciones u obsesiones que habían sido encubiertas con abundantes aseveraciones o evasivas. Quienes titularon Pejenomics al panfleto que sintetiza la propuesta económica de Andrés Manuel López Obrador tienen que haber advertido que ese título remite al término Reaganomics, que fue como se le llamó al plan del presidente Ronald Reagan a comienzos de los años 80. Las coincidencias van más allá del nombre.
La Reaganomics se propuso impulsar la economía estadunidense a partir de una contracción del Estado: fuertes recortes fiscales y al gasto social, desregulaciones en áreas como transportes, salud y el sector financiero, así como un severo control de la inflación.
La Pejenomics anuncia “no aumentar impuestos ni crear nuevos” y una política de “baja inflación” entre otras medidas. Se trata de un proyecto destinado a congraciarse con los empresarios después del enfrentamiento que el candidato de Morena tuvo con ellos en las semanas anteriores pero que no toma en cuenta a los trabajadores, ni al pueblo al que dice representar López Obrador.
La primera duda que suscita Pejenomics es si AMLO realmente está comprometido con ese documento. Ya se ha vuelto costumbre que los discursos que pronuncia al medio día, hacia la tarde son interpretados o matizados por sus asesores y voceros. En todo caso se trata de un esfuerzo de síntesis y de pedagogía política evidentemente con fines de propaganda pero que, a falta de un discurso sustancioso de ése como de todos los candidatos, vale la pena tomar en serio.
Haciéndose eco de varias opiniones, el documento sostiene que “el combate a la corrupción y el saneamiento de las finanzas públicas son muy buenas noticias para las corporaciones de todos los tamaños”. En realidad no se necesita citar a la firma Goldman Sachs o al excorresponsal Alan Riding para sostener ese lugar común. Por supuesto la corrupción y la ineficiencia se encuentran entre los mayores lastres para el desarrollo. El problema es que en ese documento, y en general en el discurso de López Obrador, no hay una sola medida para remediarlas. El candidato de Morena, como es ampliamente sabido, asegura que su ejemplo bastará para que la honestidad, desparramada desde la cima de la pirámide gubernamental, se extienda por todo el sector público.
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