Recomendamos: «¡Detente, bala!» o los fascistas que se creían intocables

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Valían dos pesetas y, durante la Guerra Civil, se vendieron miles de ellos. La Iglesia aseguraba que si los escapularios se colocaban junto al corazón las balas no podrían alcanzarte.

En los años de la Guerra Civil, Camilo José Cela, mientras se encontraba en un hospital al que había sido enviado después de ser herido en combate, recuerda que le entregaron un curioso objeto, un escapulario con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús:

«—Soldadito, te voy a condecorar con un escapulario del Sagrado Corazón para que te preserve de todo mal, mira lo que dice: “Detente, bala. El Corazón de Jesús está conmigo”.

Me puse pálido y les contesté:

—Ah no, no, muchas gracias, condecore usted a otro, se lo ruego, se lo pido por favor, yo llevaba uno prendido con un imperdible en la guerrera y aún no hace un mes me lo sacaron por la espalda. Se lo digo con todo respeto, señorita, pero para mí que el Sagrado Corazón es gafe».

«Los curas han inventado esos escapularios, con la inscripción: “Detente, bala”, y los venden a los soldados, carlistas o falangistas, al precio de dos pesetas por escapulario, bendecido y todo ¡El oscurantismo y la ignorancia se perpetúan en los terrenos facciosos! ¡Pobre España!»

Armand Guerra, en sus memorias de la guerra tituladas A través de la metralla, recuerda lo habitual que eran los escapularios supuestamente milagrosos: «Los curas han inventado esos escapularios, con la inscripción: “Detente, bala”, y los venden a los soldados, carlistas o falangistas, al precio de dos pesetas por escapulario, bendecido y todo ¡El oscurantismo y la ignorancia se perpetúan en los terrenos facciosos! ¡Pobre España!».

Más información: http://bit.ly/2s8c7jp

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