-¿Aquí va a votar Del Mazo? Ash… -exclama una anciana de brillantes ojos azules, antes de entrar a su casilla en Huixquilucan.
Minutos después, la esperanza política del PRI llega manejando una camioneta blanca donde viaja con su familia. Descienden y van sorteando a las decenas de reporteros que acudieron al Parque del Ciervo.
Buscando la imagen de quien aspira a ser gobernador, los reporteros se cuelan hasta las casillas donde personal del INE y el IEEM les piden que se salgan.
-¡Es un ciudadano más! ¿Por qué el trato especial? -grita una señora en pants mientras graba con su celular.
Después de dar su voto y posar con su esposa, Alfredo del Mazo ofrece unas pocas palabras a la prensa: generalidades sobre la jornada electoral y la cultura democrática, pero el inevitable toque de quien viene de una familia de gobernadores y cuyo linaje apuesta todo con él; la indudable sombra de quien lo puso ahí se manifiesta en menos de un minuto de discurso en una jornada donde el PRI se juega su vida política.