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jueves 26 diciembre 2024

La tradición católica y la lluvia de estrellas de este domingo

por Marco Levario Turcott

San Mateo es quizá la fuente más atendida del Nuevo Testamento y, por eso, sus testimonios tienen gran relieve entre los creyentes católicos. La “Estrella de Belén”, por citar un ejemplo, relacionado con el pesebre donde reposaba el niño Jesús, y que habría guiado a tres reyes magos, es un emblema fundamental de la historia religiosa. Pero también ha sido motivo del análisis de la ciencia que considera muy probable que fuera una estrella inestable pronta a desaparecer por la explosión termonuclear que suscita el fin de su ciclo; se llaman Novas.

Mateo es el único que habla de esos magos, pero sus nombres se supieron seis siglos luego del nacimiento de Cristo (en el mosaico de San Apollinaire Nuovo) y su atavío persa y forma del rostro en el siglo XVI, cuando Baltazar es negro, representando a los africanos, Melchor a los europeos y Gaspar a los asiáticos. La “Estrella de Belén” en este caso, no avisó a los tres sabios que había otros continentes aunque, en el siglo XVI, ya se sabía de la existencia de un mundo nuevo, América. (La evangelización ahí no incluyó un cuarto rey mago pero sí hizo de las vírgenes, en particular Guadalupe en México, un emblema del catolicismo, con todo y sus manos recortadas y pigmentadas de color moreno al paso de los siglos).

La ciencia no participa de las creencias de la fe. Por eso hoy, para quienes nos apegamos a sus resultados, no veremos un fenómeno decidido por cierta voluntad divina que, así, podría incluso mandar mensajes que sólo asimilan los creyentes. Veremos lo que se conoce como “Lluvia de estrellas”.

Al fenómeno lo imagino así: piensen en alguna persona o ustedes mismos frente a la pistola de aire con la que peinan y secan el cabello. Estamos siendo muy precisos: el vocablo griego κομήτης significa “Cabellera” que en latín es “Cometa”; un cometa es un objeto integrado por hielo, polvo y rocas que órbita alrededor del Sol y se traslada de diferentes formas; cuando el cometa está más cerca del Sol ocurre algo similar a la pistola de aire que usamos para peinar y el viento solar despliega la cola del objeto celeste, como hace el aire con el cabello. El primero en percatarse de que el cometa orbita alrededor del Sol fue Edmund Halley a principios del siglo XVIII y ya en los siglos siguientes la ciencia constató que suceden al año cerca de 7 u 8 lluvias de estrellas notables; la lluvia de estrellas asociadas con el Cometa Halley es la de Oriónidas y ese cabello luminoso lo podremos ver con más nitidez entre hoy y mañana; pero es un fenómeno que dura varias semanas desde nuestras coordenadas geográficas, por ello podrá ser visto hasta el próximo 27 de noviembre. (Halley tarda 76 años en dar la vuelta al Sol –por ello a su descubridor le faltó vida para comprobar que su previsión era correcta al definir la fecha en que volvería a ser visto el cometa que lleva su nombre).

Como señaló alguna vez Mateo: “Quien tiene oídos para oír, que oiga”. Son los murmullos del espacio, el polvo estelar que nos recuerda que estamos hechos de estrellas.

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