El inicio de la nueva administración federal está marcado por una serie de decisiones que han generado controversia e incertidumbre. Es cierto que todo cambio de administración abre espacios, tanto para el aprendizaje del nuevo equipo como para la adaptación de los agentes económicos a las nuevas circunstancias. En esta ocasión, sin embargo, la magnitud de estos cambios nos ha dejado un tanto perplejos.
Las decisiones previas a la toma de posesión y posteriores a la elaboración del Paquete Económico generaron muchas dudas sobre las intenciones del nuevo gobierno. En el caso del Presupuesto de Egresos de la Federación, desde la presentación del proyecto y al momento de su aprobación, se escucharon voces que apuntaron los riesgos de cortar de tajo una serie de programas gubernamentales, que dejaron un saldo de proyectos inconclusos con afectaciones a diversos grupos y comprometiendo costos financieros imprevistos en el futuro.
Destaca que, así como se eliminaron programas públicos y se recortó el presupuesto a programas emblemáticos, los recursos liberados se concentraron estrictamente en los proyectos del presidente, sacrificando programas de varias dependencias del Ejecutivo federal.
En los próximos meses tendremos más evidencia para valorar las implicaciones de estos recortes y su reasignación; por lo pronto, el balance general de los movimientos presupuestales preocupa en más de un sentido.
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