Buena parte de los supuestos críticos de medios enfilan sus baterias contra la televisión y los menos ignorantes citan a Sabato para señalar que la pantalla de televisión puede atraernos como la luz de un foco a los moscos y por eso creen que alguien puede ganar o perder en un proceso electoral por la televisión, es decir, consideran que la mayoría de los seres humanos son como mosquitos (menos ellos, por supuesto). Por eso a veces coinciden con su opuesto, el odiado gobierno, y proponen la censura, como la de esa canción de baja estofa que esos intentos la volvieron más famosa. Quienes confiamos en la inteligencia de los seres humanos y en que la ley, en un Estado democrático, no puede ni debe censurar ni siquiera esa basura sabemos que los dispositivos de comunicación influyen pero no determinan la conducta de los hombres y las mujeres. Si el disparate de los censores fuera cierto, desde hace más de 40 años “Contrabando y traición” promueve la misoginia, el narcotráfico y el homicidio, con siete balazos bien sonados y toda la historia, de “la hembra” Camelia La Texana a Emilio Varela, y entonces Los Tigres del Norte debieran ser perseguidos por detonar la violencia. Lo bueno es que las sociedades contemporáneas son mucho más complejas que los golpes de pecho, la doble moral y los juicios admonitoros. Así es que mientras expira esa moda yo recuerdo aquellas parrandas en Guadalajara o en Xochimilco y Garibaldi donde bailé desde que “Salieron de San Isidro” hasta que de Camelia nunca más se supo nada.