Carol, una cinta extraordinaria

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El realizador californiano Todd Hanes es sin duda polémico, pero refrescante en un entorno, como el de Hollywood, donde gran parte de las producciones se esmeran por no escapar a lo “políticamente correcto.” De Hanes recuerdo una joya que protagonizo la excelsa Julianne Moore, “Far from Heaven” (Lejos del cielo) (2002), un drama interracial verdaderamente desgarrador; o bien el documental “Superstar: the Karen Carpenter Story” (1987) en el que cuenta la historia de Karen Carpenter, esa cantante que pese a tener una voz angelical, fue profundamente infeliz y terminó con su propia vida a través de la anorexia.

En esta ocasión, un maduro Hanes nos obsequia “Carol” (Carol) (2015), producción ambientada en el Nueva York de los años 50, con la australiana Kate Blanchet y la neoyorquina Rooney Mara en los papeles estelares. “Carol” narra la tortuosa historia de amor entre una mujer madura, Carol (Blanchet) y la empleada de una tienda de juguetes con vocación de fotógrafa, Therese (Mara).

Carol es una mujer casada que está por divorciarse y tiene una hija a la que adora. Therese mantiene una relación con Richard, un chico que la quiere bien, que le propone matrimonio y que desea mudarse con ella a Francia. El timing en las relaciones afectivas de las protagonistas con sus respectivas parejas es un detonante para la historia que se desarrollará a continuación.

Carol, un día ingresa a la tienda de juguetes en que trabaja Therese y pide a ésta sugerencias de un regalo para su hija. Therese le sugiere un tren eléctrico de colección y Carol lo compra, pero olvida sus guantes en la tienda. Therese, quien cuenta con los datos del domicilio de Carol para enviarle el trenecito que compró, decide remitirle los guantes olvidados a través del servicio postal. Una vez que Carol recibe los guantes, contacta a Therese para agradecerle y la invita a almozar, ocasión en que ambas se van conociendo.

Carol enfrenta una demanda de divorcio de parte de su esposo, quien además pide la custodio exclusiva de la hija de ambos, sobre la base de consideraciones morales. Carol es bisexual y ha mantenido relaciones sentimentales con una amiga de la infancia, Abby (Sarah Paulson(), a quien sigue frecuentando. El esposo de Carol, al tanto de esa situación, se entera de las reuniones entre Carol y Therese y evidentemente está muy molesto. En medio de la demanda de divorcio que enfrenta Carol, decide tomar su coche y manejar a cualquier lugar rumbo al oeste, invitando a Therese a que la acompañe, y ésta acepta.

Previamente Carol, enterada de los deseos de Therese de ser fotógrafa, le obsequia una cámara Canon para que explore esa posibilidad. Therese es muy talentosa como fotógrafa y eventualmente consigue trabajo en un diario, mostrando como prueba de ese talento, algunas de las fotografías que hizo de Carol.

En el viaje de las protagonistas, se desbordan las pasiones y Carol y Therese hacen el amor. Sin embargo, el esposo de Carol, quien ha contratado a un investigador privado para documentar sus infidelidades y contar con pruebas de la homosexualidad de su esposa, reúne grabaciones y fotografías que la incriminan. Es aquí donde Carol decide suspender su relación con Therese, quien posteriormente la llama por teléfono, sin que Carol le responda.

En el juicio para obtener el divorcio, Carol y su esposo se reúnen con sus respectivos abogados y ella accede a concederle la custodia de la hija a él, siempre que permita a Carol visitar, cuando ella quiera, a la pequeña. El esposo accede.

Resuelto este episodio, Carol busca a Therese y la invita a tomar el té en un restaurante. Cuando Carol arriba, Therese ya está ahí. Carol le explica lo sucedido, y la invita a mudarse con ella, propuesta que Therese rechaza. Carol manifiesta a Therese que la ama, y en ese momento un amigo de ésta interrumpe la conversación para invitar a la fotógrafa a una fiesta. Carol asiste a esa reunión, pero la abandona y se dirige al Oak Room, lugar donde se encuentra Carol con algunos amigos. Al final, Therese se acerca lentamente a la mesa donde se encuentra Carol, quien le sonríe con una mirada de esperanza.

Antes de ver la película, misma que ha sido aclamada en todas partes, tengo que decir que yo me metí al cine con enormes expectativas, pero el filme me dejó pasmada: fue mucho, pero mucho más de lo que yo esperaba. La manera en que Hanes aborda la relación entre Carol y Therese es fina, elegante, de buen gusto. El garbo de Blanchet, su caracterización como esposa y madre atribulada por sus sentimientos hacia Therese, se roba la película, pero Rooney Mara no canta mal las rancheras y luce espléndida en el papel de la joven que poco a poco va descubriendo su sexualidad y también su vocación profesional de la mano de Carol. Se trata de una relación que, pese a los convencionalismos sociales, ayuda a crecer a ambas.

Blanchet, que es una gran actriz, me parece que realiza la actuación más convincente de su carrera. Me atrevo a decir que su caracterización de Carol es muy superior a la efectuada como la reina de Inglaterra en las películas “Elizabeth” (1998) y “Elizabeth: the Golden Age (2007)” de Shekhar Kapur y también muy por encima de aquella producción de Martín Scorsese “El aviador” (2004) por la que recibió su primer Oscar, y donde compartió créditos justamente con el ahora nominado Leonardo Di Caprio.

“Carol” es considerada por la crítica especializada la mejor película de 2015. Cuenta con varias nominaciones a los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, incluyendo mejor cinematografía, mejor guión adaptado, mejor actriz protagónica y mejor actríz secundaria. No figura, curiosamente, en las categorías de mejor película ni mejor director, lo que ha generado fuertes críticas contra la Academia, la cual, como se sugería en el inicio de la presente reseña, no se aleja del guión de lo políticamente correcto y claro, “Carol” es todo, menos eso. De todas maneras, reconocimientos no le faltan y ambas protagonistas, pienso que tienen amplias posibilidades de hacerse de la estatuila “Oscar” en las categorías para las que están nominadas (y permítanme añadir que si así sucede, sería lo más justo, nadie le estaría regalando nada).

Por lo demás, háganse un favor, dejen lo que están haciendo y vayan a verla. Si no van a ver ninguna otra película este año, y sólo pueden ver una, ésta es la que deben presenciar, sin falta. No es solo una película para “mentes abiertas”. Es una gran película. Punto.

 

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