Hasta no hace mucho yo pensaba que el futuro de la industria de la animación era claro: realizar largometrajes o cortometrajes amparados en un diseño visual cada vez más sofisticado, si bien sacrificando la narrativa. Estaba equivocada. La industria de la animación es capaz de crear verdaderas obras maestras tanto en lo visual como en las historias que se propone contar y la mejor prueba de lo que estoy diciendo es “Isla de Perros” (Isle of Dogs) (2018) del laureado realizador texano -avecindado en Francia- Wes Anderson.
De Anderson se pueden decir muchas cosas, todas buenas. Es el creador de “El Gran Hotel Budapest” (2014), de “Fantastic Mr. Fox” (2009) y una gama amplia de trabajos publicitarios para Prada y H&M, entre otros.
En esta ocasión nos ofrece una verdadera obra maestra de la animación, elaborada en stop-motion. Con un elenco multiestelar encabezado por Bryan Cranston, Edward Norton, Bill Murray, Frances McDormand, Scarlett Johansson y Tilda Swanson, entre otras luminarias, fue coproducida por Estados Unidos y Alemania con un costo de 51 millones de dólares. La música de la película es responsabilidad del laureado Alexandre Desplat, quien creó igualmente la música de la multipremiada “La forma del agua” de Guillermo del Toro.
“Isla de Perros” está ambientada en Megasaki, una ciudad japonesa del futuro. Megasaki es gobernada por un tirano, Kobayashi, quien decide expulsar a todos los perros del lugar y mandarlos a la Isla de la Basura debido a que padecen un tipo de influenza canina. A pesar de que el profesor Watanabe, científico del lugar, está a punto de encontrar una cura, la deportación de los perros es decretada sin miramientos. El primer perro que es deportado es Spots, la mascota y cuidador del sobrino y heredero de Kobayashi, Atari.
En la Isla de la Basura la población de canes deportados crece rápidamente. Un buen día, el joven Atari arriba al lugar en un avión que él mismo maneja. Dada su falta de pericia, se estrella y los perros lo ayudan. Atari les explica que está buscando a su amado Spots y los canes lo ayudan a encontrarlo.
Mientras tanto en Megasaki, el profesor Watanabe encuentra la cura para la influenza canina y lo hace del conocimiento de las autoridades, quienes destruyen el antídoto y envenenan al profesor. Unos jóvenes japoneses y una estadounidense que se encuentra en Megasaki gracias a un programa de intercambio, sospechan que Kobayashi usa a los perros como chivos expiatorios para mantenerse en el poder. Igualmente piensan que Watanabe no se suicidó -como dijeron las autoridades- y conspiran para derrocar al régimen bajo la consigna de salvar a los perros deportados.
Kobayashi, en plena campaña política, promete que, si es reelecto, incinerará la Isla de la Basura para terminar para siempre con la amenaza canina. Pero el joven Atari, quien finalmente encuentra a Bots es ayudado por éste y otros perros para impedir que su tío logre tan macabro propósito.
La película tiene una narrativa visual impresionante con diálogos brillantes, plagados de sarcasmo y humor negro. También está llena de simbolismos: el tirano que para mantenerse en el poder busca chivos expiatorios y no se detiene ante nada; la Isla de la Basura que muy bien podría ser cualquier lugar en donde habitan los marginados, los olvidados o bien la “prole” -como diría la hija de cierto presidente mexicano-; el joven mesías, atolondrado sí, pero que sin importar los peligros que enfrenta, hace todo no sólo para recuperar a su amada mascota y salvar a los demás canes, sino que busca divulgar la verdad.
No creo poder encontrar palabras para describir la grandeza de esta producción. Como nota al margen, recién la vi y la sala de cine estaba abarrotada para la función del medio día, algo poco común, aunque fuera domingo. Muchos aplaudimos al término de la función. Isla de Perros viene de ganar el Oso de Plata en Berlín por la dirección de Wes Anderson y creo que será galardonada, con toda justicia, con otras importantes distinciones. Es para niños y adultos, para quienes tienen o no mascotas. Es una lección de civismo para todas las edades y hasta de educación sobre los valores democráticos. Incluso, me permito proponer a las autoridades federales y locales que lleguen a un acuerdo con la distribuidora Fox Searchlight Pictures para exhibirla de manera gratuita en lugares públicos: sería una gran oportunidad para mostrar a las audiencias la importancia del respeto a los demás, de la convivencia, de la solidaridad, de la democracia. Enhorabuena una vez más a Wes Anderson por esta maravillosa película. Por favor, véanla, que esto no lo tenemos todos los días.