El plagio y las paradojas perversas de Denise Dresser (Parte II)

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“Bots/trolls/críticos d buena fe: sí debí hacer referencia a @elpais_espana q cuestionó a Rajoy como yo a @EPN. Disculpas d su bruja favorita”. Con este tuit, el cual colocó como fijado en su cuenta, respondió la politóloga Denise Dresser a los cuestionamientos hechos a su artículo del pasado lunes de 1 de mayo en el periódico Reforma, el cual es idéntico en construcción y exposición al editorial del 29 de abril del diario El País.


Luego de que usuarios de las redes sociales criticaran a Dresser por no dar el crédito correspondiente al diario hispano, este miércoles 3 de mayo, etcétera realizó un comparativo entre ambos textos donde se destacaron las coincidencias en el título, las ideas centrales y la conclusión; la única diferencia sustancial es que el primero critica al presidente de España y el segundo, al de México. El tema se convirtió en trending topic prácticamente toda la tarde del miércoles.


En su respuesta, la académica continúa sin reconocer plenamente la transgresión ética en que incurrió e insiste en reducirla a una mera omisión y aduce que sólo buscaba cuestionar a Enrique Peña Nieto como El País lo hizo con Mariano Rajoy. Asimismo, se refiere a sus críticos como “bots” y “trolls”.


En las ocasiones anteriores en que Denise Dresser fue señalada por tomar las ideas de otros para realizar sus escritos o por plagiar sus propias colaboraciones, tampoco aceptó sus equivocaciones y como hoy, reaccionó a la defensiva y también quiso hacer mofa de quienes evidenciaron sus errores.



En un discurso pronunciado ante empresarios de Tijuana el 23 de agosto de 2016, se refirió a los señalamientos que diez años atrás le hiciera el periodista León Krauze sobre su libro “México. Todo lo que un ciudadano quisiera (no) saber sobre su patria”, el cual escribió en conjunto con Jorge Volpi. Negó que éste sea un plagio del texto “América: The Book”, de Jon Stewart y dijo que Krauze “la odia por existir” y luego de que éste publicara su artículo en Letras Libres, mantuvo un intercambio epistolar con él hasta que su padre, el historiador Enrique Krauze, intervino para que se suspendiera porque “perjudicaba a su hijo”.


Lo que Dresser omitió decir es que Krauze nunca menciona en su artículo la palabra “plagio”, no obstante, documenta una a una las coincidencias de construcción entre ambos libros y las califica como asombrosas. Considera que éstas van más allá de una mera “inspiración” que los autores dicen haber tenido en el libro del periodista estadounidense y eso, desde su punto de vista, ya entraña una falta ética. La politóloga admitió que, en efecto, hay “similitudes” entre ambos trabajos, que se justifican porque desde un principio su libro se concibió como una “adaptación” del texto de Stewart a la realidad mexicana y que así se especifica en el prólogo. Para ella fue suficiente esa mención e incluso, cada que trata el tema, presume que el texto se vendió mucho y que Stewart le pidió ejemplares para regalar.


A partir de octubre de 2015, el portal Ya lo Checaste inició una serie de análisis comparativos donde demuestra que Dresser plagia sus propios artículos periodísticos; sólo cambia los nombres de los protagonistas de los hechos a los que alude, pero el resto de la redacción es idéntico. El asunto fue abordado en aquel año por algunos columnistas y medios de comunicación. Al respecto, Dresser reaccionó de la siguiente manera en su colaboración del 26 de octubre para el diario Reforma:


“Hay columnistas que investigan y analizan los avatares del país para contribuir al debate público. Hay otros que prefieren usar su tiempo, su energía y su talento para denostar a otros analistas. En tiempos recientes ha habido textos críticos sobre mi trabajo pero que no se centran en mis argumentos. Estos textos suelen describirme como la “señora Dresser” en lugar de “maestra” o “doctora”, sugiriendo que en lugar de hacer análisis político, debería estar en el lugar que me corresponde: en casa horneando galletas. La última embestida sugiere que me “autoplagio”, ya que una acuciosa investigación –de las que uno quisiera ver sobre Ayotzinapa, Tlatlaya, Tanhuato u OHL– descubre que de las aproximadamente 856 columnas que he escrito desde 1999, hay repeticiones de frases y analogías en media docena de ellas.


"Mea culpa sincera ante mis lectores por ser reiterativa, ante el reto de una clase política que sigue arrastrando los mismos vicios. También va mensaje para quienes desprestigiarme se ha vuelto un hobby: muchos de ellos están donde están y escriben donde escriben por nepotismo, favores políticos, subcontratar columnas a sus asistentes, pagos con la consigna de golpear o escribir notas falsas que venden bien”.


Lo que en Ya lo Checaste se documentó no es una mera repetición de frases o analogías, sino una copia fiel de sus textos sólo que con nuevos nombres y fechas, que el lector puede constatar. Pero en vez de aceptarlo, la articulista se declaró víctima de una embestida, y paradójicamente, arremetió contra los periodistas que se ocuparon del caso.


Ahora, tras demostrarse su imitación del editorial de El País, Dresser atribuye a “bots” y “trolls” los cuestionamientos a su transgresión ética, misma que acepta a solo a medias. Su disculpa irónica, fue más forzada por la reacción en redes sociales hacia su trabajo, que por un ejercicio de autocrítica.


 


 

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