El pasado mes de mayo, un grupo de cazadores de meteoritos halló en el Sáhara argelino un fragmento de material rocoso proveniente del espacio exterior. Este fragmento llegó a manos de un grupo de investigadores franceses y japoneses, que se toparon con una sorpresa mayúscula. El ejemplar, con unos 4.565 millones de años, es el más antiguo encontrado hasta la fecha y podría proporcionar nuevas pistas sobre cómo se formó el Sistema Solar.
“Supimos que era un ejemplar sobresaliente en cuanto leímos su descripción”, asegura Jean-Alix Barrat, investigador de la Universidad de Bretaña Occidental y uno de los coautores del estudio, publicado esta semana por la revista PNAS. “Por los minerales que contenía supimos que era una andesita antes de empezar a estudiarla. Su composición mineralógica es única entre los meteoritos”, destaca. La andesita, formada principalmente por feldespato plagioclasa, es la roca volcánica más común en la Tierra después del basalto, pero no es nada habitual encontrar meteoritos de este material.
La antigüedad de este ejemplar, 1,2 millones de años más viejo que el que tenía el récord hasta ahora, está estrechamente ligada con su composición. “Tenemos buenas razones para creer que la andesita era común en los inicios del Sistema Solar, pero estas rocas se han ido destruyendo por impactos o al unirse a cuerpos mayores”, apunta Barrat. En este caso, las tesis de los investigadores apuntan a que esta muestra perteneció a la corteza de un protoplaneta (un cuerpo celeste pequeño que es el embrión de un planeta) que se separó en el pasado y que, o bien se ha desintegrado en partes cada vez más pequeñas, o bien se ha unido a cuerpos mayores hasta formar un nuevo planeta. Los investigadores del estudio calculan que el meteorito bautizado como EC 002 tardó unos 100.000 años en solidificarse, lo que podría indicar que en su origen fue “inusualmente viscoso”.
El descubrimiento puede ayudar a conocer más detalles de cómo era nuestro sistema planetario en sus primeros años, algo que hasta ahora ha sido difícil por la gran escasez de muestras. El investigador del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC) y del Instituto de Estudios Espaciales de Catalunya Josep Maria Trigo Rodríguez destaca: “Todo apunta a que esa roca formó parte de un océano de magma primordial en uno de esos primeros cuerpos sólidos formados alrededor del Sol”. Todos los planetas rocosos pasan por una fase inicial en la que están recubiertos de magma que, cuando se solidifica, forma la corteza del planeta. A esta capa de magma, inicialmente fundida, se conoce como océano de magma primordial.
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