Un estudio de Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE) sobre las preferencias electorales de Uruguay, país que realizará su elección presidencial en octubre próximo, confirma que la principal fuerza de oposición, el Partido Nacional (PN) no puede equivocarse en la selección de candidato, pues tiene en estos momentos a dos candidatos competitivos para terminar con tres períodos de gobiernos de izquierda.
Los resultados de una serie de encuestas realizadas entre enero y mayo en aquella nación por la consultora mexicana, confirman que el oficialista Frente Amplio, tiene 35.7% de intención de voto, mientras que el Partido Nacional se posiciona como segunda fuerza con 28.7%, una diferencia de apenas siete puntos porcentuales.
Los partidos políticos uruguayos se encuentran actualmente inmersos en el proceso de selección de sus candidatos presidenciales, a través de una elección interna que se realizará el 30 de junio. Los dos pre candidatos mejor posicionados de la oposición, son el hijo del ex presidente Luis Alberto Lacalle Herrera, Luis Lacalle Pou, y el empresario Juan Sartori.
En la encuesta de GCE se identifica con cifras el llamado “fenómeno Sartori”. Se trata de un empresario sin antecedentes políticos, un outsider en la escena del Partido Nacional, quien ha venido desplazando a otros competidores con experiencia y trayectoria, y se ubica ahora en segundo lugar en las preferencias de voto en esa organización política.
La empresa mexicana informó que en sus mediciones, realizadas mensualmente desde enero a la fecha, Sartori es el único que ha mantenido un alza constante en el apoyo ciudadano, pasando de 15.3% de intencionalidad de voto en enero, 17.1 en febrero, 21.7% en marzo, 28.2 en abril y 29.4 en mayo.
Por su parte, el ex diputado y ex senador Lacalle Pou, pasó de 45.2 puntos porcentuales en enero, a 41.2 en febrero, 39.6 en marzo, 41.2 en abril y 40.0 en el estudio de mayo.
De entre esos dos aspirantes, uno que representa las tradiciones políticas de los nacionalistas y otro que ha venido a renovar la propuesta política de esa organización, puede salir el candidato que haga frente a Daniel Martínez, el ex intendente (alcalde) de Montivideo, que se perfila como el abanderado del oficialismo, con una intención que ronda el 2 a 1 a su más cercana competidora, Carolina Cosse.
Sobre la competitividad de los precandidatos nacionalistas de cara a una candidatura frentista de Daniel Martínez, GCE resalta que primero y segundo lugar en la contienda del Partido Nacional son suficientemente competitivos, y que sólo Jorge Larrañaga, quien está tercero en la contienda interna, perdería dos a uno ante el partido en el gobierno.
De hecho, en un ejercicio de careo entre el frentista Daniel Martínez y el hijo del ex presidente Lacalle Herrera, el primero obtendría 47.7 mientras que el opositor alcanzaría 36.4 de los potenciales votos. Realizado el mismo ejercicio, pero con el empresario Sartori, Martínez lograría 43.6% contra 34.1 de su adversario.
Peter Gwillim, responsable del proyecto de investigación en Uruguay, declaró a etcétera que de la definición de candidato en el principal partido de la oposición va a depender si el Frente Amplio pierde la elección u obtiene un cuarto mandato.
“Es claro que la disputa ahora ocurre en el Partido Nacional porque en ese partido está viendo una buena parte de la sociedad uruguaya el camino para cambiar la historia;el debate es si los nacionalistas acuden a la elección con un proyecto tradicional, o si lo hacen de la mano de un reformador, de un otusider que está sacudiendo estructuras y convenciendo cada vez a más gente”, observó el analista.
Uruguay es gobernado desde hace 15 años por el Frente Amplio, una coalición de partidos de izquierda que llegó al poder en 2005, con el triunfo de Tabaré Vázquez, quien entregó la presidencia al mítico ex guerrillero José Mujica, quien a su vez, se la devolvió. Aunque el país es ejemplo en el reconocimiento al derecho de las libertades individuales, con el reconocimiento al matrimonio igualitario y la legalización de la marihuana, actualmente padece una elevada tasa de desempleo y de inseguridad.