El papa Francisco no se sometía a las preguntas de los periodistas desde hacía 15 meses, cuando realizó su último viaje antes de la pandemia. La tradicional rueda de prensa en el avión papal se ha retomado en el vuelo de regreso a Roma desde Irak. Una expedición que ha durado tres días y en la que ha vuelto a tender puentes con el islam. Algo que, a menudo, genera turbulencias en el seno de la Iglesia y grandes ataques a Francisco. Y por ahí, más o menos, empezó el Papa, justo cuando el avión sobrevolaba Siria a 38.000 pies de altura. “Muchas veces hay que arriesgar para dar este paso. Hay algunas críticas de que el Papa no es valiente, es un inconsciente, o que está dando pasos contra la doctrina católica y está a un paso de la herejía. Son los riesgos. Pero son decisiones que se toman en diálogo, pidiendo consejo. No son un capricho”, ha dicho.
Encuentro con Sistani
Uno de los grandes hitos del viaje del Papa se produjo durante la visita al líder chií de Irak, el gran ayatolá Ali Sistani. Un encuentro histórico en casa del jerarca religioso musulmán que sentó las bases de un posible nuevo acuerdo como el que suscribió hace dos años con el imam Al Tayeb, líder de la rama suní del islam. “Ese documento se preparó en secreto durante seis meses. Rezando, reflexionando y corrigiendo. Fue un primer paso. Habrá otros pasos y es importante para el camino a la hermandad”, apuntó.
La imagen de aquel encuentro, además de la inquietud que siempre genera en un sector del catolicismo, podía interpretarse también como un mensaje en clave geopolítica. El Papa solo dijo que fue “un mensaje universal”. “Sentí el deber de este peregrinar de fe y de penitencia, de ir a encontrar a un hombre sabio, a un hombre de Dios. Simplemente al escucharlo se percibe esto. Es una persona que tiene la sabiduría y la prudencia. Él me decía que desde hace 10 años no recibe a gente que va a visitarlo con otros motivos políticos o culturales, solo religiosos. Él fue muy respetuoso en el encuentro. Yo me sentí honrado. Él, en el saludo, nunca se alza. Y se alzó, dos veces, para saludarme. Un hombre humilde y sabio. A mí me hizo bien al alma este encuentro. Es una luz”, relató Francisco.
Próximos viajes. Hungría, Líbano y … ¿Argentina?
El éxito del viaje a Irak y la idea de que la pandemia pueda remitir en los próximos meses tras la campaña de vacunación invitan a pensar que el Papa retomará su agenda internacional. Y así lo confirmó con un posible viaje a Hungría —matizó que sería un Congreso Eucarístico, y no por invitación del país y de su presidente— y a Eslovaquia. También con la promesa de visitar Líbano próximamente. Pero admitió que a su edad —y con los problemas de ciática que arrastra— cada vez le cuesta más: “No sé si se ralentizará el ritmo… pero solo les confieso que en este viaje me cansé mucho más que en los otros. Los 84 no llegan solos. Es una consecuencia. Pero veremos”.
Además, fue interrogado, como siempre, sobre su posible expedición a Argentina. El Papa aseguró que ya hubo un viaje programado que tuvo que cancelarse a última hora. “Yo quiero decirlo, para que no se hagan fantasías de patriafobia, cuando se dé la oportunidad, se deberá hacer. Porque Argentina, Uruguay, el sur de Brasil abarcan una zona importante”, dijo.
Los riesgos de un viaje en plena pandemia
El Vaticano decidió proseguir con los planes del viaje a Irak pese a que la pandemia no ha remitido y que la seguridad era altamente cuestionada. Francisco explicó sus dudas al respecto. “Los viajes se cocinan en el tiempo, en mi conciencia. Y esta es una de las cosas que más me hacía pensar. Pensé tanto, recé tanto. Y al final, tomé la decisión, libremente, pero que venía de adentro. Yo dije que el que me hace decidir así, se ocupe de la gente. Así tomé la decisión. Después de la oración, y conociendo los riesgos”.
Francisco también explicó que en los últimos meses, en los que no ha podido viajar ni celebrar sus audiencias públicas de los miércoles, se había sentido como “en prisión”. “Esto para mí es revivir. Porque es tocar la iglesia, tocar al pueblo santo de Dios, todos los pueblos. Un sacerdote se hace sacerdote para tocar al pueblo de Dios, no para hacer carrera, no por el dinero”, sentenció.
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