marzo 10, 2025

Recomendamos: Amelio Robles, un coronel trans en la Revolución mexicana, por Elías Camhaji

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Amelio Robles posa altivo para la cámara. En la mano derecha, un cigarrillo. En la izquierda sujeta su pistola. Un pañuelo cuelga de la solapa. La cámara lo capta con su traje y sombrero, como dictaba la moda masculina de la época. Sin embargo, detrás de su gesto serio e intimidante, su ropa elegante y su imagen viril, yacía el deseo oculto de una persona nacida con condición legal de mujer que no quería ser mujer.

 Robles era un soldado temido y respetado, que alcanzó el grado de coronel en el ejército de Emiliano Zapata durante la Revolución mexicana y que vivió en público y en privado como hombre hasta su muerte en 1984. “Es un caso excepcional porque está documentado, aunque no se puede descartar que hubiera otros”, comenta Gabriela Cano, investigadora del Colegio de México y una de las principales responsables de que la historia de Robles saliera a la luz.

Robles nació hacia 1889 en Xochilapa, un pequeño pueblo de Guerrero, en el sur de México, y se unió al zapatismo cuando tenía 23 años. Eran un país y un mundo muy diferentes. Tendrían que pasar varias décadas para que los primeros grupos de la comunidad LGTBI+ salieran a las calles de las principales ciudades del mundo a reclamar sus derechos, la Medicina avanzara hacia las primeras cirugías de reasignación de sexo y las identidades de género dejaran de considerarse como enfermedades mentales o disforias.

Lejos de los principales núcleos urbanos y sin cirugías ni hormonas ni ejemplos de personajes públicos que hubieran hecho lo mismo, Robles echó mano de la ropa y las actitudes masculinas para su transitar de mujer a hombre, como se observa en la fotografía que le tomaron, datada aproximadamente en 1915. Era aguerrido, hábil con el caballo, diestro con las armas y se relacionó íntimamente con varias mujeres, incluso adoptó a una hija, de acuerdo con Andar de soldado viejo, la investigación de Cano.

“El coronel Robles no era un transexual ni un travesti ni una lesbiana butch, como se le llama a una mujer que le gustan las mujeres, pero que adopta comportamientos tradicionalmente masculinos”, explica Cano, que afirma que se trata de un hombre transgénero.

En una sociedad apabullantemente binaria, en donde una persona tenía solo la posibilidad de ser hombre o mujer heterosexual, el interés de la historiadora era incorporar otras categorías de género a su investigación para entender como se construían los roles sociales de ambos sexos a principios del siglo XX.

“Había una incapacidad de entender que había personas que se sentían diferentes y ahí es donde entra la mirada de la historiadora para poner distancia ante ese binarismo y analizarlo”, señala Cano. “Muchas veces se idealizan los conflictos armados, pero eran contextos extremos de muerte, sufrimiento y dolor, y es en la guerra donde se cimbran los parámetros de género que existían”, agrega.

El machismo era la norma en México. Los distintos bandos de la Revolución desaprobaban la homosexualidad, vista como sinónimo de cobardía. Y aunque Las Adelitas, como se conoce a las soldaderas que participaron en el conflicto y que apoyaron a los hombres en el frente, pasaron a la historia como pioneras en revalorar el papel público de las mujeres, la mayoría de ellas fueron relegadas en la cadena de mando y hay casos documentados de algunas que tuvieron que disfrazarse de hombres para evitar violaciones y violencia sexual, como ha sucedido en otros conflictos.

Más información: http://bit.ly/2O6ksQ7

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