La meta, evitar otro escenario como el del 2016. Entonces, según las agencias de inteligencia estadounidenses, Rusia utilizó las redes sociales para interferir en las elecciones presidenciales de Estados Unidos que llevaron al poder a Donald Trump. Ahora, con nuevos comicios en la esquina, las compañías implementan diversos métodos para llevar las elecciones con la mayor veracidad y orden posibles frente al escepticismo de los críticos y de sus usuarios, testigos de los últimos escándalos y abusos de poder de los gigantes tecnológicos, sobre todo de Facebook. Los expertos dudan de la efectividad de las medidas.
Etiquetas y alarmas contra la desinformación
Twitter ha tomado la iniciativa. Lleva implementando cambios en su plataforma desde febrero y la última actualización ocurre ahora, en septiembre, con lo que ha denominado “las nuevas políticas para proteger aún más la conversación cívica”. En un comunicado, la compañía de Jack Dorsey ha anunciado que “etiquetará o eliminará la información errónea que tenga como objetivo socavar la confianza en las elecciones en Estados Unidos”, entre ellas las publicaciones que, por ejemplo, aseguren una victoria antes de que se certifiquen los resultados oficiales o que inciten a una conducta ilegal para evitar una transferencia pacífica del poder. Así, la plataforma busca “protegerse contra la supresión de votantes y el contenido engañoso” en la red. Esto ya lo ha hecho en más de alguna ocasión. Por ejemplo, en mayo cuando la red social colocó una “alerta de desinformación” a los tuits del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que despotricaban contra el voto por correo.
Por su parte, Facebook —la compañía que también es dueña de Instagram y WhatsApp— ha anunciado a través de un comunicado una medida muy parecida a la de Twitter. La red social etiquetará las publicaciones de los candidatos que “declaren la victoria prematuramente” o que “intenten poner en duda el resultado de las elecciones” tanto en Facebook como en Instagram. Las etiquetas añadidas conducirán a plataformas que contengan información verificada y actualizada, entre ellas la agencia de noticias Reuters.
El gigante Google también se ha unido a la batalla contra la desinformación, pero a su manera. La compañía actualizará sus políticas de autocompletado en las búsquedas relacionadas con las elecciones. “Las nuevas políticas de autocompletado [la función que ofrece al usuario que Google sugiera opciones para completar su búsqueda automáticamente] protegerían a los usuarios de las predicciones inapropiadas”, explica la compañía, que lidera Sundar Pichai, a través de un comunicado. El buscador también eliminará las predicciones que puedan interpretarse como un “reclamo sobre la participación en las elecciones, como declaraciones sobre métodos de votación, requisitos o el estado de los lugares de votación, integridad o legitimidad de los procesos electorales”.
Recortar la publicidad, aunque cueste millones
Otro gran enfoque de las redes sociales está en la publicidad, sobre todo en la de Facebook. La compañía de Mark Zuckerberg también ha dicho que no aceptará nuevos anuncios políticos una semana antes de las elecciones de noviembre; una medida que le costará millones de dólares, puesto que la publicidad es la principal fuente de ingresos para la compañía. Según el último reporte de ingresos de la empresa, entre abril y junio registraron 18.321 millones de dólares (15.448 millones de euros) por publicidad, un 10% más que el año pasado, según confirmó la Agencia EFE. Pero la red social, salpicada por múltiples escándalos en los últimos años, está dispuesta a sacrificar algunos dólares para evitar ser el centro de atención como lo fue tras los comicios del 2016.
Con esta medida, los candidatos y comités de acción política podrán comprar anuncios “que ya hayan recibido al menos una impresión antes del 27 de octubre”. Otra opción es orientar los anuncios existentes “a diferentes grupos o ajustar su nivel de gasto”. Pero nada de nuevos lanzamientos de campañas.
Desgaste y escepticismo
Sin embargo, no hay cambio que consiga convencer a los más críticos. David Álvarez, analista y consultor en social media, es uno de ellos. “No dudo de la buena voluntad de las plataformas, pero soy muy escéptico de la efectividad real de las medidas. Hemos sido testigos de muchos casos, sobre todo en los últimos días, que nos obligan desconfiar que las plataformas, internamente, vayan a ser capaces de establecer equipos interdisciplinares para controlar a diario todo el flujo de desinformación”, señala Álvarez. El analista hace referencia a los escándalos que ha ido sumando Facebook estas últimas semanas. Cuatro ingenieros han renunciado a la compañía y los últimos dos no se han ido en silencio. Ashok Chandwaney y Sophie Zhang denunciaron a la red social por abusos de poder, influencia en la política de otros países (sobre todo de Latinoamérica) y pasividad y negligencia ante grupos que se dedican a la desestabilización e incitación del odio a través Facebook. Zhang incluso llegó a escribir que tenía “sangre en sus manos” y Chandwaney señaló que la compañía “lucraba a través del odio”.
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