Aunque muchos son los países que han corregido una o varias veces sus balances sobre el impacto del coronavirus, Brasil ha estado en otro nivel. Las maniobras del Gobierno de Jair Bolsonaro para eliminar datos del balance diario sobre el coronavirus (y minimizar así la magnitud de la pandemia) han desembocado en dos días de caos respecto a las cifras. El Ministerio de Salud ha restaurado este martes por la tarde la información oficial detallada, como le había ordenado la víspera el Tribunal Supremo y tras un fenomenal escándalo. Brasil es el segundo país del mundo con más contagios y el tercero con más muertos. Este martes ha sumado 1.272 fallecidos y 32.000 nuevos casos, según el ministerio.
Los datos del lunes ilustran el desfase entre el recuento oficial y los creados para contrarrestar el apagón gubernamental, que empezó el fin de semana. El Ministerio de Salud informó el lunes de 679 nuevos muertos en las 24 horas anteriores, un dato que no incluía la información de cuatro de los 27 Estados porque estos no enviaron la información a tiempo, mientras un consorcio de medios de comunicación que ha iniciado su propio recuento elevó a 849 los fallecidos en todo el país.
La epidemia en Brasil ha matado, al menos, a más de 38.000 personas e infectado a más de 730.000. Es el más afectado de los países de América latina, ahora epicentro de la covid-19. Los brasileños escuchan, desde el primer contagio, discursos contradictorios de sus autoridades sobre si conviene quedarse en casa, llevar mascarilla o evitar aglomeraciones. Ahora la situación se había agravado mientras los contagios crecen y las cuarentenas se flexibilizan para aminorar el impacto en la economía. Durante varios días ha habido balances diferentes sobre las cifras más básicas de la enfermedad, que contabilizan los Estados y el Gobierno difunde. Cualquier guerra de cifras dificulta la gestión sanitaria y seguir la evolución de la epidemia.
El Gobierno de Bolsonaro está preocupado por la polémica que desató el apagón informativo de datos del coronavirus impuesto después de que Brasil encadenara varios días con más de 1.000 muertos. El récord son los 1.473 fallecidos del 4 de junio. Fue el propio presidente el que, alarmado por ver cada noche semejantes cifras como primera noticia en el informativo nocturno, ordenó a su tercer ministro de Salud, un general en activo, que retrasara la difusión y maquillara los números, según reveló el diario Valor Económico. Y así nació la nueva contabilidad brasileña del coronavirus. La web oficial del ministerio estuvo varias horas fuera del aire y durante dos días solo ofreció los datos de muertes y contagios de las 24 horas anteriores. Los datos acumulados, las muertes sospechosas (más de 4.000), la evolución diaria y la distribución territorial habían desaparecido. Han sido restaurados.
Poco antes, el actual ministro de Salud, Eduardo Pazuello, un general en activo, había explicado en el Congreso que lo que persigue es transparencia. “Medio mundo está diciendo que queremos esconder muertos. ¡Por al amor de Dios! Lo que queremos evitar es la subnotificación no la sobrenotificación”, ha dicho. Pazuello ha participado por la mañana en un Consejo de Ministros televisado. Todos ellos han sido reunidos por Bolsonaro en persona, en Brasilia, para que detallaran qué medidas han adoptado para combatir la epidemia. Al terminar el presidente ha agradecido a dos canales la emisión en directo tras decir que pretendía “restablecer la verdad de los hechos”. La última reunión del Consejo de Ministros que los brasileños pudieron seguir fue un show de insultos y amenazas divulgado por orden judicial dentro de una investigación contra Bolsonaro.
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