Marta sube al tren para dirigirse al centro de Barcelona. Su viaje transcurre tranquilo, sin apenas distracciones, hasta que llega a su bandeja de entrada un mensaje. Alguien ha intentado acceder a su cuenta desde… ¡Río de Janeiro! El mail dice que, aunque Google ha bloqueado el acceso, debe comprobar que solo ella tiene acceso. Le piden un cambio de contraseña pero: ¿cómo saber al 100% que la nueva contraseña no es una trampa para acceder a su cuenta? En ese caso, Marta debe comprobar que su correo no ha sido comprometido entrando directamente en su cuenta de Google (no desde el mensaje que le ha llegado). Si sospecha que hay algo extraño en la notificación no debe pinchar ni responder y sí reportar el incidente a través los canales habilitados para esto.
Este tipo de emails y solicitudes incrementan año tras año y es por eso que los usuarios deben adquirir conciencia y tener herramientas para evitar engaños y así gestionar de forma segura su vida digital.
En un mundo globalizado y tecnológico, la seguridad ha traspasado las fronteras de lo tangible y el dilema de Marta es solo un ejemplo. La punta de un iceberg de proporciones gigantes. Lo ‘sustraible’ transcurre por otros cauces y está hecho de otro material: de ‘unos y ceros’. Información que esconde botines muy suculentos a los que no les faltan pretendientes. Los métodos de ataque son diversos y año tras año se renuevan: malware, cryptojacking, phishing, spam, botnets…
El objetivo, sin embargo, es el mismo y las víctimas, a menudo, también. Sí, la transformación tecnológica de la sociedad empodera tanto al individuo como a empresas y organizaciones, pero el precio a pagar es alto y directamente proporcional: a mayor exposición y conectividad, mayor vulnerabilidad. Por eso la digitalización ha de responder al desafío que supone este nuevo escenario donde, sin duda, la dependencia de todos los ámbitos de la vida de la ciberseguridad será cada vez mayor.
Lo saben bien en el Blockchain Institute & Technology (BITBcn), centro de formación ubicado en Barcelona y referente en tecnologías disruptivas. Ofrecen, de hecho, un bootcamp o programa de entrenamiento especializado en ciberseguridad. “Las empresas, instituciones y nosotros mismos nos estamos digitalizando a marchas forzadas. Al contrario de la creencia popular, esta digitalización nos hace más vulnerables en todos los niveles, tanto financieros como de privacidad”, explica Jordi Esturi, responsable de marketing (CMO) en BITBcn.
De ahí que la demanda de la figura del experto en ciberseguridad no deje de aumentar, convirtiéndose en una pieza básica en cualquier tipo de organización. En concreto, según desde BITBcn estiman que en 2022 se crearán hasta 350.000 empleos relacionados con la ciberseguridad. ¿Su misión? “Identificar amenazas potenciales para sus sistemas, buscar debilidades en los sistemas de seguridad, probarlas y educar a las organizaciones sobre las buenas prácticas para evitar hacer aún más vulnerables a esos sistemas”, resume Esturi.
Más información: http://bit.ly/2oed6zP