El movimiento #MeToo, que ha denunciado una cultura de abusos de poder, chantaje laboral y acoso sexual en la industria cinematográfica estadounidense, ha producido nuevos ataques a Woody Allen. Sin embargo, el caso del director es muy distinto: se remonta a unas acusaciones que tienen un cuarto de siglo, fueron retiradas por falta de pruebas y se produjeron en el contexto de una separación y de una batalla por la custodia de los hijos que el cineasta tenía con Mia Farrow. No hay ninguna información nueva: lo que ha cambiado es el clima cultural. Numerosos actores que han trabajado con Allen han dicho que renunciarían al dinero cobrado por su trabajo o que no volverían a rodar con él. El Consejo de Igualdad de Oviedo pidió que se retirara el monumento al cineasta, que ahora tiene 82 años, y al parecer Amazon está barajando romper su relación comercial con él. En los relatos del caso circulan interpretaciones erróneas y malentendidos. Intentaré deshacer algunos de ellos.
Allen nunca fue absuelto de la acusación de haber abusado sexualmente de Dylan, la hija que había adoptado con Farrow. No fue absuelto porque nunca llegó a haber un juicio: no se presentaron cargos; las pruebas no eran sólidas. Hubo un juicio por la custodia de los hijos: uno biológico, Satchel (ahora Ronan, uno de los que destapó el caso de Weinstein), y dos adoptivos, Moses y Dylan. Farrow obtuvo la custodia.
Como ha explicado Robert Weide, autor de un documental sobre el director, muchas veces se mezclan dos elementos: por un lado, la relación de Allen con Soon-Yi, que en ese momento tenía 20 años y sigue siendo la esposa del cineasta; por otro, la acusación de supuestos abusos a Dylan, que tenía siete.
Farrow llevaba más de 10 años con Allen cuando descubrió, al encontrar unas fotos, que el director tenía una relación con Soon-Yi. Era a principios de 1992. Soon-Yi no era la hija ni la hijastra de Allen: la habían adoptado Farrow y su anterior pareja, el músico André Previn. Allen y Farrow -que por entonces tenía 11 hijos, entre biológicos y adoptivos- no vivían juntos, y Allen no tenía una relación paternal con Soon-Yi.
Las circunstancias de la historia de amor entre Allen y Soon-Yi pueden resultar perturbadoras. La diferencia de edad era llamativa, aunque quizá menos para Farrow que para otros. Allen llevaba a Soon-Yi cinco años más que los 30 que Sinatra le sacaba a Farrow cuando se casó con ella (la actriz tenía 21 años).
Hay testimonios de la inestabilidad de Farrow, que admitió haber atacado físicamente a Soon-Yi cuando se enteró de la relación. En San Valentín regaló a Allen una caja de bombones con un corazón bordado, con una fotografía de ella y sus hijos. Mia había atravesado el corazón de cada uno de ellos con unos pinchos de hierro, y el suyo aparecía rasgado por la punta de un gran cuchillo de carne. El mango estaba envuelto en una copia de una foto de Soon-Yi.
Después de unos meses de tensiones (la actriz llamaba al director de noche para reprocharle y amenazarle, o para decirle que le iba a quitar a su hija, puesto que él le había arrebatado la suya), en agosto de 1992 Farrow acusó a Allen de haber abusado de Dylan. El relato es contradictorio. En una de las versiones, Allen habría subido a la niña a una buhardilla para abusar de ella. Antes de hablar con algún profesional o ir a la policía, Farrow grabó en vídeo una entrevista con Dylan, donde le iba preguntando por lo que había ocurrido. La cinta había sido editada, lo que habría permitido a la actriz dirigir el testimonio de la menor. El relato parte de la premisa de que Allen, que no tiene denuncias anteriores o posteriores de este tipo, habría ido a casa de la mujer de la que se estaba separando, un hogar lleno de niños y cuidadores, y cargado de una comprensible hostilidad contra él, y habría aprovechado ese momento para iniciarse en el abuso de menores.
En el libro Woody and Mia, Kristine Groteke, una de las niñeras, cuenta cómo, un mes antes, en el cumpleaños de Dylan, Farrow había pegado un cartel en la puerta del baño que decía: «Cuidado con el pederasta. Ya se aprovechó de una hermana, ahora va a por la más pequeña». Allen contó que en alguna de esas llamadas nocturnas Farrow le había dicho que preparaba algo desagradable contra él. Otra niñera dijo a los abogados de Allen que Farrow le había presionado para que apoyara su versión y que una de sus colegas le había dicho que lamentaba lo que Farrow estaba haciendo contra Allen. Después de la denuncia, Farrow insistía en acudir a las pruebas de vestuario para Misterioso asesinato en Manhattan (Allen pidió a su abogado que rescindiera el contrato). Los abogados de la actriz ofrecieron retirar la acusación a cambio de siete millones de dólares.
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