El término “posverdad” pobló durante los últimos años las cadenas de radio y televisión, visitó todas las rotativas y Google responde que en su seno se ha reproducido 516.000 veces. Tal vez muchos hispanohablantes no lo han pronunciado aún, pero darían idea de que no viven en este mundo si asegurasen no haberlo oído nunca. Por eso la Real Academia Española ha decidido incorporarlo al Diccionario.
El director de esa institución, Darío Villanueva, lo ha anunciado este jueves durante su conferencia magistral titulada Verdad, ficción, posverdad. Política y literatura, que pronunció en Madrid durante la clausura del Máster Universitario en Derecho Constitucional ofrecido conjuntamente por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
La palabra “posverdad”, según ha declarado más tarde Villanueva a preguntas de EL PAÍS, se incorporará el próximo diciembre y lo hará como sustantivo. Por tanto, habrá de decirse, por ejemplo, “la era de la posverdad”, y no “la era posverdad” (pese a que en inglés funciona como adjetivo: “The era of post-truth politics”, por ejemplo: “la era de las políticas posverdad”). Y en español, también a diferencia de lo que ocurre en aquella lengua, no llevará un guion entre el prefijo y la raíz: “posverdad” y no “pos-verdad”.
Este uso del prefijo pos- no implica que vivamos un momento en el que la verdad ha desaparecido, del mismo modo que “la era posindustrial” no define la época en la que ya dejaron de existir industrias. En ambos casos, se denota que lo mencionado en la raíz ha dejado de ejercer un papel fundamental.
El término “posverdad” ha venido reflejando que aquello que las personas sienten ante un estímulo, sus emociones respecto de una idea o de un líder, sus sensaciones subjetivas, priman en las decisiones que toman y son más importantes para ellos que la verdad misma.
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