Cuando el creador televisivo Ryan Murphy decidió dar luz verde a una serie sobre el escándalo sexual de Bill Clinton y Monica Lewinsky que se estrenará en 2020, lo hizo con una condición. Solo rodaría si la exbecaria de la Casa Blanca, que tenía 22 años cuando saltó la polémica, se convertía en la productora del proyecto. Ella aceptó.
De esta forma, Murphy se asegura de que la historia se cuente desde el punto de vista de la víctima principal de aquel vendaval mediático ocurrido a finales de los 90, que se conoce como el caso Lewinsky y no como el caso Clinton. La miniserie, titulada Impeachment (Destitución), será la tercera entrega de la antología American Crime Story.
Desde que publicara el artículo Vergüenza y supervivencia en 2014 en la edición estadounidense de la revista Vanity Fair, Lewinsky se ha convertido en activista que lucha contra el acoso, en especial en redes sociales.
En marzo de 2015, dio una charla TED titulada “El precio de la vergüenza” que acumula más de 25 millones de reproducciones en la web de la plataforma de conferencias y en su canal de YouTube. En ella, utiliza su historia personal para advertir del peligro de los linchamientos online. El vídeo está disponible con subtítulos, en 41 idiomas.
Este escándalo fue “la primera vez que Internet tomó el lugar de los informativos tradicionales para una historia importante”, recuerda ella misma durante su discurso de 20 minutos. “Fui la paciente número cero en perder de forma casi instantánea la reputación personal a escala global”, comenta sobre una práctica que se ha convertido en cotidiana.
Lewinsky explica en el vídeo que la tecnología y las ganas de juzgar trajeron “hordas de lapidadores virtuales. Sí, ocurrió antes de las redes sociales -matiza-, pero la gente podía comentar online y enviar historias y chistes crueles por correo electrónico”. Lewinsky admite que cometió errores, pero añade que “la atención y el juicio que recibí yo personalmente, no la historia, no tenía precedentes”. Cuando esto ocurrió, hace 17 años, “no tenía nombre. Ahora lo llamamos ciberbullying”.
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