Aunque La Flaca, el primer gran éxito de Jarabe de Palo, vio la luz en marzo de 1996, no fue hasta el verano del año siguiente que se convirtió en un éxito de esos incontestables gracias a un anuncio de Ducados. De hecho, gran parte de las más de 600.000 copias que el álbum de debut del mismo nombre vendió en total en España fueron por culpa de ese espacio publicitario. Eso sí, por mucho que hayan pasado más de dos décadas desde que escuchamos por vez primera esos 4:29 minutos que cambiarían para siempre la vida de Pau Donés, no hay duda alguna de que el tema no ha perdido con el paso del tiempo ni un ápice del halo de misterio que desprende. Sin ir más lejos, ¿existió de verdad ‘La Flaca’ o todo fue fruto de la imaginación del músico?
La historia arranca en 1995, cuando Donés viajó hasta La Habana con la intención de grabar un videoclip de El Lado Oscuro, otra de las piezas que poco después se incluirían en su puesta de largo. Junto a él estaba su por entonces amigo, el productor audiovisual Fernando de France, quien no solamente compró los billetes de avión, sino que también se encargó de facilitar una maqueta del artista a un contacto suyo que tenía en el sello Virgin. Así lo recordaba él mismo en una entrevista que el pasado año concedió al diario ABC: “Como estoy bastante loco, y por entonces lo estaba más aún, se me encendió la bombilla y llamé a Pau y a otros seis amigos, compañeros con los que rodaba, y les propuse irnos para allá a grabar imágenes para hacer un videoclip, y preparar un paquete de presentación más profesional mientras esperábamos alguna respuesta de Virgin. (…) Y a mí me encantó una chica muy, muy delgada que vimos: La Flaca. (…) Pau Donés se enamoró tontamente de ella, pero no consiguió llevársela al huerto”.
Aquella mujer que conocieron en La Tasca, una discoteca al aire libre muy popular en El Malecón, se trataba de Alsoris Guzmán. Sin pensárselo le propusieron que hiciera de modelo para el videoclip y ella aceptó gustosa. “Nos citó al día siguiente en su casa para recoger sus cosas y al mediodía ya estaba instalada en nuestro hotel, compartiendo habitación con Eva Nielsen, en aquellos momentos la ayudante de dirección. Llovió sin compasión toda la semana, por lo que no pudimos rodar ni un metro de película, aunque sí descubrir, de la mano de Alsoris, esa Cuba que no sale en los catálogos de las agencias de viajes”, escribió de su puño y letra el propio Donés en 2017 en la autobiografía 50 palos… y sigo soñando, donde también confesó lo siguiente: “También durante esa semana hubo cambios en la logística del equipo. Alsoris se mudó a mi habitación (no porque le gustase más yo, sino más bien todo lo contrario, porque resultó que Eva le gustó un poquito más de lo normal), y Fernando (el director) pilló una ameba que le tuvo en el hospital cuatro o cinco días. Durante esa semana pasaron muchas cosas, pero la que más me afectó a mí fue el enamorarme perdidamente de ese coral negro de La Habana, de esa tremenda mulatona”.
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