-¡Bah, qué iba yo a intervenir! Así respondió Luis Echeverría Álvarez —pegando a la mesa cuatro veces con la palma de la mano abierta— cuando hace ocho años le pregunté sobre su papel en la deposición de don Julio Scherer García como director general de Excélsior.
Hombre de poder y por ello diestro en el arte de la seducción, el ex presidente sabe que en su tiempo no se podía mover una hoja sin que él lo supiera y sin que él ordenara qué hacer.
Pero no lo dice en aquella charla, y una y otra vez contesta que absolutamente todo se generó en la cooperativa del diario. En realidad, su interés aquella tarde era incriminar a Carlos Salinas en la muerte de Luis Donaldo Colosio, mediante el recurso del off the record que él pidió y yo no acepté.
Ocho años después llega Luis Miguel Carriedo a la redacción de etcétera con varios expedientes de los servicios de inteligencia que operaron para vigilar a periodistas.
Los obtuvo con base en la ley de transparencia y, como él advierte en la edición que circulará desde mañana, en el acuerdo presidencial de 2001 que facilitó la investigación de crímenes del pasado, por lo que miles de registros de la ex Dirección Federal de Seguridad y de otros servicios de inteligencia se llevaron al Archivo General de la Nación, en las galerías 1 y 2, en lo que fueron las celdas de Lecumberri.
Dos legajos llamaron nuestra atención. Corresponden a la forma sistemática con la que fue espiado Julio Scherer García, desde 1959 hasta principios de los ochenta. En especial, atendemos a la forma implacable con la que el gobierno de Luis Echeverría seguía los pasos del periodista: una estructura policiaca puesta al servicio de una obsesión personal que rastreaba los pasos, oía los dichos y retrataba los gestos, olía las huellas y husmeaba los movimientos, como perro de caza, del director de Excélsior meses antes de ser destituido y poco tiempo después, cuando planeaba la creación de Proceso.
El artículo original fue publicado en La Crónica de hoy el 30 de noviembre de 2006, aquí el enlace del texto completo: http://www.cronica.com.mx/notas/2006/273776.html