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¿Conocen a los pasados de listos que se sienten árbitro o se creen de centro frente a la polarización que vive el país? La mayoría se promueve como hombre o mujer sensato que en medio de un pleito convocan a la razón y piden paz, andan con donaire de neutrales y, sublimes, critican a tirios y troyanos. En el mejor de los casos son huevos tibios o infantes que crean su propia realidad. En el peor, buscan la tajada que corresponde para inclinarse a uno u otro lado. Ustedes pongan el nombre de ellos, puede ser Gabriel Guerra o Gabriela Warkentin, también personajes aún menores como Luis R Castrillón y Fernando Dworak.

Los nombres son lo de menos. La actitud es lo importante: son promotores de sí mismos por encima del drama que vive nuestro país: el deterioro paulatino de la democracia y una gestión deficiente y criminal de la administración pública. Por eso es que hay dos polos en el país, porque el poder lo ocupa un gobierno populista que implica regresión y, no exagero, barbarie. Ante ello vale la pena persuadir de la importancia de enfrentar el país de un solo color que pretende el gobierno y su partido. Vale la pena tomar definiciones y defender lo que varias generaciones han construido en los últimos 40 años. Esa es la mesura auténtica, el equilibrio intelectual y moral: saber reconocer cuando en el país está el riesgo de que se rompa a un más el sistema de salud, la generación de riqueza y su distribución.

Frente a los niños con cáncer sin medicamentos debemos lanzar la demanda de que el gobierno debe responderles. No hay puntos intermedios, si frente a ello los tibios dicen algo así como, “esperen, es que no hay medicamentos”, vale la pena exhibirlos por desvergonzados. Si frente al desprecio del presidente por las mujeres violentadas ellos también echan la culpa a quienes demandamos un alto a esa visión trasnochada, es importante decirles lo pequeños que son. Bueno, en realidad, creo que siempre vale la pena exhibir a esos impostores que, muchas veces, buscan pepenar basura dentro del terreno baldío en que se está convirtiendo al país. No son equilibrados, no. Son estupendos promotores de sí mismos.

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